Por J.C. Ramírez Figueroa, (14 de enero 2007, Artes y Letras)
“Los Beatles lo arruinaron todo”, dicen The Pipettes -el prometedor trío maravilla del pop británico, a pesar de que ni los sellos grandes ni el aún influyente semanario “New Musical Express” les den bola- agitando coquetamente sus vestiditos de lunares y peinados a go go. Y lo repiten para quien quiera escucharlas: con los fab four comenzó la aburrida moda de las boysband, estáticos con sus guitarras eléctricas, seduciendo jovencitas y engordando su cuenta corriente al mismo tiempo. The Who, The Kinks, The Rolling Stones, todas caben en el saco, porque sepultaron la inocencia de las bandas de chicas, las grandes orquestaciones y productores obsesivos, convencidos de que el single es una obra de arte mayor. “La historia se puede contar de otra manera”, escriben en el manifiesto de su página web, para luego deshacerse de la tradición beatlera y los clichés del rock/blues y revolver
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