Por J.C. Ramírez Figueroa (22 de noviembre 2008, Emol)
Argentina lleva al menos dos décadas procesando el sonido tropical-barriobajero y adaptándola a las codificaciones del pop. Ya en los ’80 Los Fabulosos Cadillacs y Los Auténticos Decadentes lideraban un movimiento que reinvindicaba el orgullo latino, la juerga y las guitarras eléctricas. En Chile esta aceptación de la cumbia y el “latinaje” demoró bastante más. A fines de los ’90, en plena explosión de la cumbia sound a nivel popular, lo único realmente aceptado por melómanos y músicos jóvenes era Mano Negra, porque estaban influienciados por The Clash. Después vendría la sorpresiva revaloración de Tommy Rey y todo cambiaría.
Ahora que tenemos a Juana Fe, La Mano Ajena, Chico Trujillo y todo el “nu bailongo” nacional, ¿cual sería el aporte de estas Kumbia Queers?. Porque la idea podría haber sido revolucionaria en otro contexto. Veamos: una banda de mujeres argentinas y mexicanas jugando con la idea del travestismo, abajistas y haciendo versiones villeras de Madonna, The Cure, Ramones y Black Sabbath. Es decir, como cuando las bandas punk versionan el cancionero popular, pero al revés
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