Rodrigo Bartís y “el puro goce de la trompada” (13 de enero 2011, La Segunda)

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foto vía La Nación

Ya está en nuestro país el dramaturgo más influyente de su generación al otro lado de la cordillera.Esta noche estrena junto a la compañía El Sportivo Teatral un montaje que incluye boxeo, cumbia villera y personajes intentando recuperar la alegría perdida.

Por J.C. Ramírez Figueroa

Un escenario convertido en ring. Cumbia villera en los parlantes. Una protagonista-La Piñata Leguizamón- hija de policía y boxeadora, que se decide por lo último. Dos estudiantes de antropología que van a conocer “el entorno” que Leguizamón comparte también con otros púgiles.

Así es “El box”, la obra del destacado dramaturgo argentino Ricardo Bartís, que se estrena esta noche en Santiago a Mil. A las 21 horas, en la Sala Agustín Siré (Morandé 750), comienzan la obra que se presentará hasta el domingo.

La pieza, que forma parte de una trilogía deportiva que incluye además “La pesca” y “El fútbol”, intenta escudriñar en los mitos y la desesperación de las personas por encontrar una vida diferente a la que soportamos a diario.

Siempre, a través del boxeo, un trabajo actoral cargado a lo físico. “Potencia erotizada del trazo”, llama el que es el director más influyente de su generación en Argentina. Diálogos delirantes y un caos inicial que rápidamente va cobrando sentido.

“Un tema conmovedor y la situación es triste, pero a la vez muy ridícula y graciosa. Pero es muy tremendo lo que le pasa a esa mujer. Esperamos que eso resuene”, añade el dramaturgo y también actor.

“Ojalá que esta obra dialogue con Chile… y con mi país”, espera Bartis, quien está admirado del nivel teatral del país, expresado en estos festivales y encuentros veraniegos.

El director junto a su compañía, el Sportivo Teatral -fundado en 1986 en Buenos Aires-, reivindican desde la total independencia, un teatro alejado de la asepsia europea. Además de cuestionar una modernidad que olvida el vestuario, la rostricidad y cómo se habla en la calle, según explica.

Aunque, reconoce, su mayor preocupación, conduciendo el Sportivo es “tener el éxito asegurado”. Porque, desde ese territorio, es posible terminar capturado en “una especie de tradición culturalmente aceptada”.

“Uno espera a que haya un intercambio con ese personaje fantaseado y oscuro: el público, que es una proyección de uno. O los amigos de uno”.

-Es interesante que en “El box” incluiste dos personajes que son estudiantes y que ven la historia desde fuera.

-Es una broma sobre las escuelas de espectadores y el teatro universitario. La mirada extra-teatral que ha formado una cultura y discurso extra-teatral. Cosas que al final hacen un teatro extra-teatral. Es una tomadura de pelo a la modernidad.

-¿Este trabajo reivindica al actor, incluso por encima del director?

-Por supuesto. La dinámica espacial lo narra el cuerpo. Si no hay cuerpo de actuación, no hay teatro. Es lo primero que se debe aceptar. El resto -lo pictórico, musical, el texto, la inteligencia temática, el plano visual- son elementos que se suman y de enorme importancia. Pero no se narran de forma autónoma. Si los cuerpos narrativos de la actuación no son dueños del lenguaje, lo que se ve es coreografía solamente.

-¿Es distinto a como lo maneja el teatro europeo?

-Allí se ve un mundo frío, coreográfico. A mí me resulta muy ajeno.

El mito Maradona

-Hablas del deporte y la religión como dos espacios generadores de mitos. ¿Cómo se posiciona “El box” dentro de éstos?

-Ojalá tuviéramos mitos. Ya no tenemos mitos unificadores que permitirían saltos culturales y sociales. Tenemos la reducción, la caída del mito en lo “fantoche”. En esta obra hay un intento de recuperación del mito. Porque se extraña.

-¿Maradona es el último mito argentino?

-Es nuestro ser mitológico. La expresión más clara de nuestras contradicciones, aciertos, errores, caídas y levantadas. Un mito menor, reducido, drogón, pero al mismo tiempo heroico. Es el argentino que ha tenido las actitudes de mayor goce para el pueblo. Los que tenemos cierta edad sabemos que nuestros momentos de mayor goce social los hemos tenido con Maradona.

-Tu protagonista, la boxeadora Piñata, ¿rescata la marginalidad?

-No. Busca una intensidad que en un momento hubo y que se manifestó en la pelea. Podría parecer una metáfora de las asociaciones armadas argentinas de esa época, donde la pasión llevaba al enfrentamiento. Pero al mismo tiempo su discurso no tiene otra coherencia que el puro goce de la trompada.

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