Desde eliminar el IVA a los libros hasta la “seducción literaria”. Desde implementar más bibliotecas hasta obligar a que los papás se pongan las pilas. Desde reinventar el internet a reencantar a los profesores. Las fórmulas para perderle el miedo a las lecturas surgen implacables frente a los impresionantes datos arrojados por encuestas que señalan que el 84% de nuestros compatriotas ni siquiera son capaces de entender lo que leen.
Por J.C. Ramírez Figueroa
Comienza una nueva temporada escolar y los datos de la reciente Encuesta de Comportamiento Lector resurgen con toda su crudeza: el 84% de los chilenos no comprende adecuadamente textos largos y complejos y apenas un 11% ha visitado una biblioteca. Por otra parte, el 51% reconoce que sólo se enfrenta a los libros “ocasionalmente” y un 20% se autodefine como “no lector de libros”. Datos que serán utilizados para el Plan Nacional de Fomento de la Lectura LEE CHILE LEE del Consejo de la Cultura.
Entre las razones de estos últimos está la falta de tiempo y preferir otras actividades recreativas. Pero también hay un 19% que reconoce que no le gusta leer, un 10% que le da flojera y un 7% que los precios de los libros son muy caros. Además ver televisión es lejos, la principal actividad recreativa de nuestro país, por encima de la música, el deporte, internet y, por supuesto, leer libros.
Esta investigación -preparado por el Centro Micro Datos de la U. de Chile- tomó como muestra a 1.217 personas entre 9 y 65 años de todo el territorio y los resultados no dejan de ser estremecedores. Especialmente el problema de la baja comprensión lectora de quienes no leen cuya causa está directamente relacionada con no tener padres lectores.
De hecho, se señala que “la lectura no se presenta como una actividad preferida en la infancia de los encuestados” y donde “más de un tercio de las personas señala que sus padres no lo estimulaban a leer libros cuando eran pequeños, tampoco se hablaban temas contingentes, de interés general o culturales, y no era una costumbre leer en su hogar”.
Y finalmente, se encontraron diferencias significativas entre quintiles de ingreso, donde el quintil mas alto señala que en mayor medida que sus padres si fomentaban la lectura en su hogar, a diferencia del resto de los quintiles donde dicha proporción es mucho menor.
¿Cómo revertir esta situación? ¿Es posible una política cultural/educacional exitosa que estimule la lectura? ¿Se han aprovechado las inmensas posibilidades de internet y la convergencia digital?
Recuadro 1
Carlos Labbé [escritor, autor de “Locuela”, uno de los 22 mejores narradores en español según la revista Granta, ex editor de Planeta]
“Los libros tienen que ser más como una fotocopia universitaria -baratos, precarios, rayables, descartables y vivos”
No hay que engañarse con el acto de leer como la panacea para los graves problemas de educación y convivencia que hay en Santiago y algunos otros lugares de Chile. Si la cultura de la lectura fuera cotidiana y popular en Chile, eso no nos libraría de los conflictos que tienen ahora mismo otras sociedades donde sí hay costumbre letrada masiva como Argentina, Colombia, México o Francia.
Hay que pensar bien qué es lo que necesita el país como cultura masiva. Por ejemplo, hay que revisar la última política cultural exitosa en el país promovida desde el Estado: cuando los ministros de Pinochet decidieron a mitad de los setenta que había que meter a los chilenos en sus casas apenas terminara la jornada de trabajo para evitar confrontaciones armadas por la obvia violencia política que estaban ejerciendo. Ellos invirtieron muchísimos recursos y levantaron la televisión pública como el medio más eficaz de control masivo.
Hasta hoy dura esa política de control cultural, y el resultado es que la vida en las ciudades y en el campo ocurre en los interiores de las casas, no en los espacios públicos, al aire libre, en la naturaleza -que es quizá a lo que nuestro país más debe aproximarse ahora como experiencia con un sentido. Quizá lo que pasó el año pasado con el movimiento estudiantil y los indignados sea un indicador de un cambio en esto desde la voluntad asociativa de la gente, en vez de las instituciones. Ojalá.
La cultura letrada, entonces, para que tenga algún tipo de masificación y un efecto feliz en Chile debe ser llevada a la calle, al campo, a los paisajes abiertos, a la playa, a la montaña, a la plaza, a la vereda, a la mesas de café al aire libre, a bibliotecas a cielo abierto, a los parques y los patios. Para eso, lo primero, es despojar a los libros de su aura de validación cultural -su antigua aura aspiracional- y hacer de la lectura un acto seductor y revolucionario, algo parecido al uso cotidiano que desarrollan los estudiantes universitarios de humanidades con sus fotocopias de libros. Ahí está el punto: los libros tienen que ser más como una fotocopia universitaria -baratos, precarios, rayables, descartables y vivos- que como un objeto de mesa para casa pituca.
Mis medidas para incentivar le lectura. Primero: convocar a libreros, bibliotecarios, editores, fotocopiadores, profesores, periodistas y piratas para plantearles la necesidad de hacer del libro un medio de seducción y no un objeto aspiracional o un lujo. Plantearles que es necesario usar la lectura como política de vida pública al aire libre que contrarreste la política de vida pública encerrada pinochetista que todavía nos rige. Escuchar las ideas de estos actores activos e integrar aquellas que tengan sentido para este plan. Hacer que todos los integrantes de esta comisión preliminar lean La ciudad letrada, de Ángel Rama, para que todos entendamos la profundidad histórica del problema. Hacer un mapa de grupos sociales -bibliotecas de todo tipo, juntas de vecinos, centros de madres, clubes deportivos, clubes sociales, librerías, instituciones de beneficencia, escuelas, iglesias, colegios, universidades- para hacer con ellos un trabajo no publicitario ni nacional desde un centro, sino un trabajo masivo descentralizado, específico, lugar por lugar, creativo y no globalizante, que tenga la estructura de una red social pero dirigido por los principios ideológicos de hacer una cultura al aire libre, de vida pública, ya expuestos. Eliminar los fondos concursables y crear un fondo público tipo ventanilla abierta para financiar impresiones a las editoriales.
Recuadro 2:
Daniela Pérez Zuñiga [editora general LuchaLibro.cl]
“Leer no te hace bueno o mejor persona: hace bien”
Sinceramente creo que el chileno no lee, casi por una cosa conspiranoica. Por lo menos en Santiago la gente tiene trabajos terribles, donde corres todo el día, almuerzas en poco tiempo y por supuesto, vives lejos, entonces viajas una hora de ida y otra de vuelta, apretado, en una micro llena, y si alcanzas asiento te vas durmiendo de cansancio. Por otro lado, en la educación básica te obligan a leer rellenos como “Juan Salvador Gaviota”, “La edad del pavo”, y “Gracia y el Forastero”. Y en la Media tampoco mejoran. Que te obliguen a leer ya es lo peor que te puede pasar, porque exactamente obligar a una persona a que lea, hace que no quiera hacerlo; incluso obligando a leer a una persona medianamente lectora, conseguirás que de a poco deje de leer.
Yo creo que en los colegios debieran incentivar lecturas pero que te gusten. Eso de hacer controles de lectura es malísimo, porque implica aprenderse cosas de memoria por un par de días y luego olvidarlas. Además, me pasa que quienes se dicen “lectores” como que te discriminan si te gusta leer libros álbum, o a Jaime Bayly. Eso es fatal. Creo que una premisa tajante para leer es “lee lo que quieras, cuando, donde y como quieras”. Y mientras en los colegios sigan enseñando lo contrario, y mientras la tele siga incentivando cosas como Yingo en vez de decir que el mismo libro de Bolaño que está a 25 lucas en la librería Equis, puedes leerlo gratis en la biblioteca de tu comuna, o que está descargable en MemoriaChilena.cl, vamos a seguir estancados diciendo que Chile no lee.
¿Cuales serían mis medidas para revertir la falta de interés de lectura en Chile a nivel gubernamental/educacional?
De partida invertiría en las bibliotecas municipales, públicas y escolares mejorando las colecciones. Sacaría todas esas series añejas de Icarito o textos escolares, y los reemplazaría por libros álbum para los niños. También algunos best sellers, novelas gráficas, ediciones actualizadas y de buena calidad. Además de temas más cercanos a la gente joven, adulta y ancianos, guiándose por modelos de bibliotecas en donde un método como ese funcione favorablemente.
También invertiría en difusión, pero cercana a la gente, en los supermercados, en la feria, en televisión con horarios prime como la hora de las noticias (en vez de publicidad de telefonía, por ejemplo). Cosas realmente masivas y gratuitas; no nos hagamos los tontos, este gobierno y todos los anteriores tuvieron siempre recursos más que necesarios para hacer cosas de este tipo, y liberadas, sólo que da flojera idearlas porque demanda tiempo, dedicación y gente preparada para hacerlo.
Por supuesto que quitaría el impuesto al libro, pero sólo por una cosa de accesos, porque creo que el impuesto no justifica el hecho de que no nos guste leer. De hecho, creo que es un triunfo de nuestro modelo económico hacernos creer que no podemos leer porque los libros son muy caros debido al 19% de iva: ¿tenemos plata para un plasma en cada pieza, pero no para un libro original para cada hijo?. Decretaría que por ley, en las bibliotecas, centros de información y otros, tanto de colegios como universidades, institutos, empresas, etc., contrataran bibliotecarios profesionales, porque ellos generalmente poseen una preparación y visión muy útiles respecto de cómo acercar a la gente a la lectura. Invertiría harto en lectura para pre-básica y básica, porque entre los 0 y los 6 años aprendes y retienes más cosas que en todo el resto de tu vida porque esa es la etapa de mayor “cableado cerebral” y aprendes todo lo que te enseñan. Y haría difusión pero masiva, de lectura focalizada en sectores etarios, sobre todo en el área a la que el INE llama “adulto joven”, porque ahí ya puedes comprar libros, incentivar a tus hijos a leer cuando eres papá, y siento que generalmente es un público olvidado u omitido a la hora de incentivar a la lectura.
recuadro 3
Diego Zuñiga [novelista, autor de “Camanchaca”, periodista de cutura revista Qué Pasa]
“Mi medida sería inncentivar el tema de las bibliotecas públicas”
Hay que cambiar los planes de lectura en los colegios. La base está en eso: en el colegio. Es cierto que la familia también puede ayudar, o sea, un niño que ve a sus papás leer es probable que le llame la atención y que por un tema de imitación que hay en los niños, ellos también decidan leer. Pero el tema es el colegio.El tema es que los profesores -y el ministerio- debe estar más atento con los libros que dan. Y también la forma en que se evaluan esas lecturas, pues no se trata de que los niños o adolescentes lean y se memoricen nombres de personajes secundarios o cosas así, al final esto de trata de incular que la lectura es un ejercicio de goce, que uno se divierte leyendo. Eso. Eliminar la idea de que los leer es aburrido. Y para eso hay que poner ojo con los libros que se da en el colegio, sobre todo. Y para eso, claro, el tema está en el ministerio -sus planes de lecturas- pero también en los mismos profesores.
Mis medidas para un plan nacional de lectura sería Incentivar el tema de las bibliotecas públicas, sobre todo. Creo que eso más una buena planificación de los planes de lecturas escolares finalmente termina por ayudar en todo este proceso.
Yo crecí leyendo libros que conseguía en Bibliometro y en la Biblioteca de Santiago, y no sólo clásicos, no, había muchas novedades, entonces creo que ahí hay algo. En esos lugares. Y creo que deberían tener más potencia.
recuadro 4
Jorge Baradit [narrador, ilustrador, autor de “Synco” y “Karma Police”]
“Una vez criado el valor y el hábito de consultar libros en la casa, lo que ocurra en colegios es marginal”
En la familia, se deben crear compartimentos estancos desde la primerísima infancia. Hay un momento para cada herramienta cultural: un momento para el juego, otro para los audiovisuales (ojalá nunca televisión abierta), otro para la lectura, etc. Si no se controlan esos momentos el niño se va a inclinar naturalmente por el vehículo que le entrega contenidos de modo más fácil: la TV.
Hay que invitarlos a revisar páginas, buscar significados en los diccionarios, llevarlo a ver esa fotografía de la cebra o el avión. Tenerle su biblioteca. Y ser rígidos al respecto hasta criar el hábito.
Una vez criado el valor y el hábito de consultar libros en la casa, lo que ocurra en colegios es marginal. Ahí se debe reforzar, llevar a otros estadios de análisis la lectura y sus contenidos, la base está en la casa.
El colegio debe ser más flexible en su parrilla de lectura. Además de las lecturas obligatorias, ojalá insertas en un momento donde el alumno esté preparado para absorberlas y no devenga trauma. Incluir lecturas populares juveniles, si en educación física se juega fútbol, tamén la lectura debería incluir instancias recreativas.
El Estado puede bajar el IVA, pero los libros no van a bajar mucho, la industria editorial basa su modelo en la venta de pocos libros (a una elite lectora) a precios altos para rentabilizar su negocio. Bajar los precios para vender más solo le traerá más gasto en el proceso de distribución, bodegaje, etc. La revolución llegó hace rato pero ha resultado invisible para el medio: la lectura digital informal, los pdf, doc y txt compartidos en sitios y vía email. El valor de los libros está tendiendo a cero, como las noticias, hay que generarles experiencia y agregarles valor para recuperarles su precio histórico, desgraciadamente vendrá por el lado del lujo y la exclusividad, pero por otro lado financiará la circulación de mucho e-book a precios ridículos o derechamente gratuitos.
En definitiva, la clave para colegios y el Estado está en la familia, si un niño no sale de ahí lector, es difícil (aunque no imposible) incorporarlo. Desgraciadamente se vuelve OTRA carga más para familias llenas de responsabilidades y carga laboral como nunca antes en la historia, resulta más fácil enchufar a los niños a Discovery Kids jurando que les hacen un favor, pero sería incapaz de apuntar a nadie con el dedo.
recuadro 5
Eugenio Alcaino [Feria Chilena del Libro, editor de microeditorial Mínimo Común]
“Siempre será fundamental trabajar con los primeros lectores: niños y jóvenes”
La lectura cambia la vida de las personas. No solo les brinda conocimiento, capacidad de imaginación y amplia el vocabulario. Los beneficios de la lectura. Al respecto, siempre será fundamental trabajar con los primeros lectores, niños y jóvenes, acercando la lectura de manera entretenida, lúdica y conectada con sus gustos e intereses, sin hacer imposiciones, ya que la lectura obligatoria suele distanciarlos del hábito lector. Por lo mismo, el ejemplo familiar es clave para criar niños con gusto por la lectura, ya que ven a sus padres leyendo. El tiempo de compartir juegos, narraciones y cuentos debe ser una actividad diaria.No debemos presentar la lectura como algo excluyente, sino que integrado a los gustos e intereses de los niños. Leer en diferentes formato (impreso y digital). buscar libros cuyas temáticas tengan conexión con cada generación.
recuadro seis: El caso de Finlandia
Finlandia, país lider en rankings de desarrollo humano, economía y educación tuvo un particular lucha contra el analfabetismo. En el siglo XVII el arzobispo luterano Johannes Geezelius pronunció un edicto donde le prohibía a los hpmbres analfabetos casarse y, por ende, tener relaciones sexuales. La orden provocó un inusitado deseo de aprender a leer, convirtiendo a los finlandeses en ciudadanos con niveles de lectura plena. Originalmente la idea de Geezelius era incentivar la lectura -y comprensión- de la Biblia.