Tráfico de Patrimonio Cultural: Chile se encamina a leyes más severas (31 julio 2012, La Segunda)

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La Dibam celebró un seminario sobre el patrimonio y la forma de protegerlo del tráfico. Dos especialistas -de la Unesco e Interpol- invitados al encuentro subrayan la necesidad de que Chile tome conciencia del tema, ya que es el único de la región que no ha ratificado la convención de 1970.

Edouard Planche y Stéphane Thefo, expertos de la Unesco e Interpol, respectivamente.

Por J.C. Ramírez Figueroa

Ante un repleto Museo de Bellas Artes se celebró el XIV Seminario sobre Patrimonio Cultural organizado por la Dibam: «Patrimonio en peligro: Acciones para su protección».

Un tema prioritario, ya que involucra el tráfico ilícito de bienes patrimoniales, siendo Chile el único país de la región que no ha ratificado la Convención de la Unesco de 1970 en torno a la cooperación internacional para evitar el robo del patrimonio.

En los registros computacionales de la Interpol hay, al menos, 60 objetos chilenos -pinturas, objetos religiosos, piezas paleontológicas- rescatadas del tráfico. Una cifra pequeña, comparada con los miles de objetos de Perú o México, pero que demuestran la necesidad que el país ratifique dicha convención.

Chile «desconectado» del resto de Latinoamerica

«El problema es que no hay tantas estadísticas ni información», explica Edouard Planche, especialista francés del programa de lucha contra el tráfico ilícito y restitución de bienes culturales de la Unesco. «Al no estar catalogados todos los bienes del país y, al no estar trabajando junto a las divisiones de los otros países, hay objetos que sencillamente desaparecen».

El experto reconoce que nuestro país, a diferencia del resto de Latinoamérica, debido a los terremotos o su insularidad no posee tanto patrimonio «tangible» que podría abrirles el apetito a los coleccionistas o traficantes de arte, precisamente por eso permite que lo poco que haya esté en permanente peligro.

«Además, no existe un estándar de seguridad compartido por las instituciones. Así, se dan casos como el robo de la escultura de Rodin», explica Planche, recordando el mediático «robo» de la pieza desde el Bellas Artes en 2005, que en realidad era una «acción de arte» que, tal como se ha hecho en otros lugares, estaba destinada a demostrar la poca seguridad que hay en el país.

El robo del patrimonio (y cómo recuperarlo)

Para el oficial de inteligencia, de la Unidad Obras de Arte de la Interpol, Stéphane Thefo la necesidad de coordinar a las diversas policías es vital para prevenir el robo de bienes patrimoniales. «Hasta el momento, tenemos contabilizados alrededor de 40 mil objetos robados y Chile registra alrededor de 78. Pero al no existir una información estandarizada, sólo contamos con la denuncia directa de los afectados o los propios museos que denuncian cuando alguien les quiere vender cosas robadas», explica.

Así, por ejemplo, hace un par de semanas en una acción coordinada por agentes encubiertos del FBI se logró recuperar el cuadro «Odalisca con pantalón rojo», de Matisse. Robado del Museo de Arte Contemporáneo de Caracas hace diez años y que una pareja intentaba vender en un hotel de Miami en 470 mil dólares.

Otro caso reciente es la recuperación del valioso «Códice Calixtino», robado el 2011 desde la catedral de Santiago de Compostela. El culpable -un electricista despedido de la iglesia y que buscó venganza, como señala la prensa española- la había escondido en un garaje junto a otros libros canónicos.

En Chile, la Policía de Investigaciones recuperó la semana pasada 490 especies de alto valor paleoarqueológico. ¿Dónde se comerciaban? En el Mercado Persa de Santiago.

Por otro lado, el Servicio Nacional de Aduanas incautó entre 2005 y 2011 más de 3 mil piezas de valor patrimonial.

«Muchas veces son los mismos habitantes de un pueblo quienes, para obtener algún beneficio económico, hacen excavaciones», explica el agente de la Interpol, quien señala que muchas veces es imposible determinar qué es robado y qué no, debido a la falta de informaciones coordinadas.

«Otra clave es reforzar el sentido de lo patrimonial para que los mismos habitantes cuiden lo que tienen, convirtiéndolo en atractivo turístico. También, avanzar hacia un código ético entre las instituciones para que no acepten piezas de procedencia dudosa», profundiza Planche.

En agosto al Senado

Considerando que el tráfico de arte robado es un negocio tan lucrativo como la venta de armas o de drogas, Chile debería ratificar las convenciones de protección de las obras robadas.

«Los traficantes y agentes implicados, las galerías y los coleccionistas pueden pagar cantidades importantes de dinero para obtener un objeto sacro que haya sido sacado de su lugar original, en el cual tal objeto poseía un significado simbólico que pierde al salir de ese contexto», recuerda Planche.

Así, Chile firmó en junio del año pasado un convenio sobre protección y restitución de bienes culturales con México y ahora firmará otro con Ecuador.

En agosto el Senado debería aprobar un proyecto de acuerdo para que el Presidente ratifique las convenciones de la Unesco (1970), la de Unidroit (1995), sobre los bienes culturales robados y exportados ilícitamente, y la Convención de la OEA, de 1976, sobre la defensa del patrimonio arqueológico, histórico y artístico de naciones americanas.

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