Leonard Cohen es uno de los cantautores claves de los últimos cincuenta años. Y desde el 2006 –cuando se vio obligado a retornar a los escenarios tras ser estafado por su manager- su legado continúa: recibió el prestigioso premio Príncipe de Asturias 2011, sacó disco nuevo, está de gira y acaba de publicarse un lujoso libro de ilustraciones llamado “Ilustrísimo Sr. Cohen” que acaba de llegar a Chile.
Por J.C. Ramírez Figueroa
Domingo 30 de agosto de 1970. Cuando Leonard Cohen (1934, Montreal) salió al escenario con su guitarra acústica, a las dos de la mañana, enfrentando a los cerca de 700 mil espectadores del Festival de Wright no la tenía nada de fácil. Era la quinta jornada de un espectáculo que, en la senda de Monterrey y Woodstock, llevó a la localidad sureña inglesa estrellas como Gilberto Gil, Miles Davis, Bob Dylan, The Doors y The Who, entre otros. Esa noche, sin embargo, parecía más complicada no sólo porque los númerios anteriores -Jimi Hendrix, Free, Jethro Tull, estuvieron cargados al blues más pesado y eléctrico, sino porque se registraron revueltas y actos vandálicos.
El cantante ya se había consagrado como compositor con “The songs of Leonard Cohen” (1967). Un disco acústico, de letras estremecedoras y con momentos musicales sublimes. No por nada, ya tenía una carrera como escritor, habiendo publicado un puñado de novelas y poemarios antes de editar este álbum que contenía piezas tan fundamentales como “So long, Marianne”, “Suzanne”, “Sisters of mercy”, “The Stranger song” y “Teachers”. “Tenía un hilo de voz que resultaba muy tranquilizador. Sobre todo para alguien que paseaba mucho tiempo en su habitación”, resumió Suzanne Vega.
Y precisamente estas “canciones de dormitorio” son las que Cohen ofreció a un público que rápidamente comenzó a calmarse hasta hacer un silencio general. Aunque primero, afinó nervioso junto a los músicos. Luego, contó una historia sobre cómo su padre lo había llevado a conocer el circo. Y finalmente interpretó la hermosa “Bird On The Wire”, del disco “Songs from a room” (1968): “Como un bebé, nacido muerto/Como una bestia con su cuerno/ He hecho pedazos a todos los que se acercaron a mí/Pero juro por esta canción/Y por todo lo que he hecho mal/lo voy a compensar para tí”.
Una comunión masiva
“No solo se hizo la calma: hubo una repentina y masiva comunión con un artista que parece en éxtasis, como un santo en trance”, recordó el crítico de la revista Rockdelux Ricardo Aldarondo a propósito de la edición en DVD del concierto. “El aplomo con que se enfrentó a la audiencia, el convencimiento y la intensidad que imprimió a cada palabra, siguen produciendo una hipnótica fascinación”.
“Ilustrísimo Sr. Cohen” (451 editores) es un libro de tapa dura y gran formato que se hace cargo de esta fascinación, ilustrando y analizando 24 composiciones. En la introducción, el compositor español Luis Eduardo Aute explica cómo le impactó sus extensas textos “cargados de tristeza y melancolía” y sus melodías “discursivas” que, a veces, remitían a estructuras del canto gregoriano. “También me conmovieron ciertas coincidencias temáticas como son su regusto por la mujer como único objeto del deseo por encimo de cualquier contingencia histórica. Y el tema de la muerte, siempre gravitando sobre su poemario cantado. Y Dios…”.
Estos temas son los que se encuentran reflejados en las bellas ilustraciones de un libro editando en un momento donde el interés por Cohen ha renacido. Primero, gracias a el Premio Príncipe de Asturias de las Letras 2011. En su memorable discurso, el cantante dejó en claro de donde venía su influencia poética. “Puedo decir que cuando era un hombre joven, un adolescente, estaba hambriento por encontrar una voz. Y estudié a los poetas ingleses y conocí bien su trabajo y copié sus estilos, pero no pude encontrar una voz. Fue sólo cuando leí, en una traducción, los trabajos de Lorca, que entendí que había una voz. No quiero decir que copié su voz; no me hubiera atrevido. Pero él me dio permiso para encontrar una voz, localizar una voz, encontrar un yo, un yo que no es fijo, que lucha por su propia existencia”.
Después estan sus giras -en estos días gira por Bélgica y Escandinavia- las que retomó tras haber sido estafado por su manager y que fue un golpe para él que venía saliendo de un retiro en un monasterio zen, donde fue nombrado monje con el apodo de “silencioso”. Desilusiones que no le impidieron sacar discos flojos para la crítica como “Dear Heather”(2004) o alabados como “Old ideas” (2012) donde, como su nombre lo indica, vuelve a las mismas viejas obsesiones de siempre que, en el fondo, son las que han perseguido a la humanidad desde siempre.
1. “Hallelujah”. Disco: Various Positions (1984). Ilustración: Elena Odriozola
Junto a la popular “Suzanne” es la canción del repertorio de Cohen que más versiones ha tenido.“Tenía mi guitarra y estaba estudiando diversos textos religiosos. Pero no realicé el estudio de manera escolástica. En realidad sólo estaba buscando consuelo. Y lo pedía de corazón mediante oraciones. A veces uno se encuentra con la espalda contra la pared y sin nada que decir, y la única manera de hablar, el único idioma que puedes utilizar es el lenguaje de la oración. Así que escribí este liubrito de salmos con ese espíritu. Estaba rogando, pidiendo misericordia, y mis peticiones tuvieron respuesta a medida que el salmo se desarrollaba en la página, linea tras línea”, explica Cohen sobre un periódo donde nacieron varias canciones.
Fue justo después de su separación con Suzanne, aunque se instaló a vivir cerca de ella y sus dos hijos, Adam y Lorca en Luberon, Provence. Allí se puso a estudiar libros religiosos y escribir lo que se convertiría en el poemario “El libro de la misericordia” (1984).
“Quizá haya un Dios arriba/Pero lo único que he aprendido del amor/ es a disparar a quien desenfunda más rápido/Pero no es un grito lo que oyes esta noche/No es la risa de alguien que haya visto la luz/Sino un frío y solitario Aleluya”.
2. “Suzanne”. Disco: Songs of Leonard Cohen (1967). Ilustración: Sesé
La primera canción del primer disco de Leonard Cohen. Aunque no está dedicada a su esposa -como muchos han sostenido. “Ella cree que lo es, pero no lo es”, dijo.
“Podría haber llevado cualquier otro nombre, ya que tenía un patrón de guitarra antes que el nokmbre de la mujer… La canción trata sobre Montreal, y más concretamente, de uno de los pasajes que más he amado de la ciudad: el puerto, el muelle y la Iglesia de Notre Dame de Bon Sécours, cuya virgen Our Lady o the Harbour, es la santa patrona de los marineros, a los que tiende sus brazos desde lo alto de la torre. Y eso incluye a Jesús, del que canto en la segunda estrofa de la canción: “Jesús era un marinero cuando anduvo sobre las aguas, pasó mucho tiempo observando/desde su solitaria torre de madera/y cuando estuvo seguro de que todos los hombres que se ahogaban podían verle, / dijo, “Todos los hombres serán marineros/hasta que el mar los libere”/pero él ya estaba destrozado/mucho antes que se abrieran los cielos/abandonado, casi humano/ se hundiño en la sabiduría como una piedra”.
“Suzanne te lleva a su casa junto al río/se oyen pasar los barcos/y tu puedes pasar la noche con ella”
3. “First we take Manhattan”. Disco: “Famous Blue Raincoat” (1987). Ilustración Arnal Ballester
Cohen: “En realidad no existe ningún mundo en cuanto la mayoría de nosotros vive en un mundo que ya ha sido destruído. No sé si las otras personas sienten lo mismo que yo, pero sospecho que sí, que el diluvio ya ha llegado, que no tenemos que esperar el holocausto nuclear. Personalmente siento que el mundo ya ha sido destruído, que está perdido y que no existe, que es sólo la sombra de algo, la lluvia radiactiva, el polvo de alguna catástrofe y no queda nada de lo que agarrarse. No hay nada, ningún arte, ninguna civilización. La mayoría de nosotros vive en ciudades que ya no existen mñas que como atascos de tráfico”.
4. “Death of a ladie`s man”. Disco: “Death of a ladie`s man” (1977). ilustracion Sonia Pulido
La letra de la canción pertenece a un poemario homónimo inspirado en el fracaso con Suzanne tras diez años de matrimonio, donde asumía la fractura total entre el héroe público y el amante privado, es decir entre el matrimonio y el arte – o te casas con tu obra, o te casas con tu esposa- “Responsabilicé a Suzanne de haber ahogado mi talento haciendo de mi un marido y un padre. La acusé de destruirme a golpe de responsabilidades: los niños, la casa, la factura de teléfono. Pero finalmente ha terminado todo con Suzanne. Me odia. Hice cuanto pude para que durase, pero había hecho tanto para que se degradara que el fruto de mis propias actividades terminó por traicionarme”.
5. “Anthem”. Disco: “The future” (1992). Ilustración: Carlos Cubeiro
Para Cohen es una de las mejores canciones que escribió en su vida. “Era consciente que “Anthem” recogía el conjunto de mi obra y mi vida. Es absolutamente verdad para mi”. La canción data de diez años atrás cuando Cohen junto al compositor anglocanadiense Lewis Furley se enfracaron en la creación de una comedia musical que llevaría por título Night Magic (1984). Ambos se habían conocido en Montreal en 1972 y junto ak tambieb poeta y novelista Barry Wesler formaron “el triunvirato” del verso” con encuentros semanales en la cafeteria YMCA de Montreal.
“Hay una grieta en todas las cosas/así es como la luz entra”.