ISABEL ALLENDE lanza recopilación erótica: “Como decía mi abuelo: El pecado no está en el desnudo, sino en el arremangado”
“Amor” se llama la obra que llega a las librerías chilenas el 8 de febrero, que reúne los momentos más encendidos -y románticos- de “La casa de los espíritus” y “Cuentos de Eva Luna”, entre otros. La chilena más famosa en el extranjero habla ahora sobre confesiones sexuales, su consumo de marihuana y hasta de las “Cincuenta sombras de Grey”.
Por Juan Carlos Ramírez F.
Cuando sus editores alemanes le propusieron a Isabel Allende recopilar los pasajes románticos y eróticos de sus libros, su primera reacción fue de pánico. Temía que, fuera de contexto, esas escenas pudieran parecer “cursis”. Sin embargo, al poco tiempo ya estaba fascinada seleccionando momentos de “La casa de los espíritus”, “Cuentos de Eva Luna” o “Afrodita”.
Y lo hacía a pura memoria, avanzando rápidamente las hojas hasta dar con los pasajes. Volver a leer sus libros completos le daría “una lata horrorosa”, confiesa al teléfono desde su casa en San Francisco, donde vive desde 1988. Y agrega: “No conozco a ningún escritor que le guste releer sus obras”.
Pero, aun así, y sumado al entusiasmo de su editora española Nuria Teil, comenzó a armar las 240 páginas de “Amor” (Sudamericana), volumen que llegará a las librerías chilenas el 8 de febrero. “Acabo de cumplir 70 años. A esta edad, se supone que una se retira de circulación, pero a mí este tema me sigue interesando igual que antes. Y eso que a ninguna de mis amigas parece importarle”, ríe traviesa.
El libro se compone de temáticas como “Primer amor”, “Los celos”, “Humor y eros”, “La pasión”, “Amores contrariados” o “En la madurez”. Pero la escritora también propuso acompañar cada capítulo con textos inéditos y una larga introducción donde cuenta su despertar sexual: primero, entre los viajes a Bolivia y Líbano de su padre, el diplomático Tomás Allende; allí empezó a leer libros que contenían escenas fogosas que no entendía del todo.
Después, nos sitúa en el agitado Santiago de los ’60 y su huída a la colorida Venezuela, tras el Golpe de 1973. Recién allí, cuenta, descubrió que era una “criatura sensual”. Y eso que estaba casada desde 1962 con Miguel Frías, con quien tuvo dos hijos: Nicolás y Paula.
“No es el caso detenerme en los detalles de esa liberación porque no hay nada extraordinario que contar”, escribe. “Basta con decir que aprendí algo que habría de servirme para el resto de la vida y para la literatura: el sexo sin conexión emocional, por acrobático que sea, me aburre; necesito humor, conversación, simpatía”.
“En Venezuela había una erotización del ambiente”
-Usted destaca cuánto le marcó el conservadurismo chileno… hasta que llegó a Caracas.
-El medio en que yo vivía era muy católico, conservador y pechoño. Hasta el día de hoy es así. En Venezuela, en cambio, había una erotización del ambiente. Cualquier excusa era buena para la fiesta, el canto y los tragos. En la playa había algunos que no se tapaban ni lo esencial. Gente fantástica que muestra con orgullo su cuerpo. Ahí encontré la libertad.
-Pero usted también defiende el misterio en la experiencia amorosa.
– Eso es lo que a veces les digo a mis nietos. Ahora está todo explícito, y el misterio tiene un encanto. Fíjate que ayer por casualidad junto a Willie, mi marido, estábamos viendo la película “Los ángeles exterminadores”. Era bien mala, sobre un director que filma una película sobre las fantasías sexuales de las mujeres. Aparecen tres mujeres que hacen cosas frente a la cámara. Y esa es la fantasía de ciertos hombres: tener a tres mujeres en la cama. Nos aburrimos, porque no había historia.
-¿Y cómo sería una buena película erótica?
-“El amante”. Un roce de manos entre los protagonistas es lo más erótico del mundo. Porque yo me puse a pensar por qué la primera película fallaba, y la clave está en la historia que viene detrás.
– Si yo voy a describir una escena erótica, no me interesa quién le pone qué a quién. Me interesa más lograr que alguien mire por el resquicio de una puerta e imagine todo lo demás. Como la chica de “Eva Luna”, que mira cómo el hombre que le gusta hace el amor con otra y se le rompe el corazón, al mismo tiempo que se vive un momento muy erótico. ¡Qué me importa que el tipo esté arriba o abajo de la señora!
– Como decía mi abuelo: El pecado no está en el desnudo, sino en el arremangado. Eso me divierte, meterme en la escena y verla desde todos los aspectos, la sensualidad del olor, la temperatura, todo.
“Los hombres de mi generación lo pasaron pésimo”
-¿Siente alguna nostalgia por los tabúes del pasado?
-Prefiero mil veces el mundo de ahora. Pero hay que reconocer que los niños ven horrores, entran en la sexualidad antes de experimentarla, conocen la bestialidad, tortura y sadomasoquismo. Eso me parece grave para iniciarse en la sexualidad. Pero me parece preferible a ocultarlo. Si no, no se podría expresar el tema de que la mujer es tan sexual como el hombre.
– Leí un artículo en el “New York Times” donde se cuestionaban esos estudios darwinianos que decían que la mujer está construida para ser selectiva y menos promiscua que el hombre. No es verdad.
-¿Cree que eso asusta a los hombres?
-Sólo los viejos se asustan. Los muchachos ya no. Los hombres mayores basaban su poder y autoestima en ello. Los hombres de mi generación lo pasaron pésimo: las mamás y nanas los educaron para ser principitos y se encontraron con nosotras, las mujeres liberadas.
-¿Qué le parece el fenómeno “Cincuentas sombras de Grey”?
– He visto algunas entrevistas de la autora y leí la primera parte del primer libro. Es una novela rosa con sexo. La joven bella, virgen, inocente, versus el hombre mayor, poderoso y dominante. Hay que recordar que cada generación ha tenido su película o libro con la misma historia de la mujer que se somete al maltrato voluntario y la violencia: “Bella de día”, “Historia de O” o “El amante de Lady Chatterley”.
-¿Y por qué cree que enganchó tanto?
-Supongo que será atractivo para las mujeres. Esa idea de violencia donde ella no es responsable de nada, ni siquiera de su placer. Yo jamás he tenido la fantasía de que me violen o me peguen. ¡Yo prefiero pegarle al otro! (risas).
“No pertenezco a ninguno de los clubes literarios”
En su proceso de creación, Isabel recurre a recuerdos y técnicas ya probadas. “Me encierro en una casita que tengo al fondo, donde no hay teléfono, y me voy metiendo en la escena y personajes hasta sentirlos como reales”.
-Usted está escribiendo una nueva novela. ¿En que parte se encuentra actualmente?
-En la peor etapa. Yo siempre empiezo a escribir los 8 de enero y mis personajes todavía son borrosos, deformes. No saben para dónde van. No tienen voz. Y yo tengo que escucharlos, con calma, delante del computador.
-¿La complica esa situación?
-¡No! Si fuera una carga, preferiría hacer empanadas.
-Usted ha dicho que no le gusta juntarse con el “ambiente literario”, que sólo le importa escribir…
-No pertenezco a ninguno de esos clubes literarios de hombres que se apoyan entre ellos. Me gusta la privacidad y la casa silenciosa. Esa vida apacible se contrasta cuando tengo que salir y enfrentar al público. Eso lo trato de evitar. Pero no se puede: está en el contrato.
“Para mí, el realismo mágico es hablar por teléfono”
Entre las confesiones que aparecen camufladas en los textos que acompañan los fragmentos del libro, hay una justificación de Allende frente a las acusaciones de basarse en la herencia de Gabriel García Márquez. “Me han acusado -y con razón-de utilizar en demasía el realismo mágico que fue el sello característico del boom de la literatura latinoamericana, en la década de los ’60 y parte de los ’80, pero ahora casi nadie lo usa y los escritores jóvenes lo aborrecen”, escribe. “Mi problema es que, para mí, el realismo mágico no es un truco literario, sino una forma de vida”.
-Usted dice que vive rodeada de premoniciones y fantasmas…
-La gente llama realismo mágico a cosas como las coincidencias o que uno siente haber vivido una situación antes. Es que vivimos en un mundo donde queremos controlarlo y venderlo todo. Y, cuando algo se nos escapa del control, se vuelve realismo mágico. Para mí, el realismo mágico es hablar por teléfono. Lo mismo que pasa con internet: no está ni enchufado y se puede navegar en el computador en el aeropuerto.
La escritora también defiende en su libro al amor longevo: “Todo cambia al cruzar el umbral de la tercera edad, desde la familia que empieza a desintegrarse hasta las actividades ideales e intereses que antes nos apasionaban (…) En todo caso, deshacerse acompañada es mucho mejor que sola”.
-¿Cómo valora usted ese amor maduro?
-Se parte de la base que, pasada cierta edad, uno no se interesa en el amor o no tiene sexualidad. Pero mi abuelo dijo que eso se vive hasta el último día. Y con Willie yo he tenido la dicha de vivir un matrimonio muy bueno. Pero ojo, no se dio por generación espontánea, sino trabajando, cuidándolo. Lo natural es que uno se aburra. Por eso hay que ponerle cabeza y entusiasmo. Yo todavía cuando estoy lejos llamo a mi casa sólo para oírle su voz.
-Son muy diferentes, ¿verdad?
-Completamente. Es mucho más sociable y buena persona que yo.
“Ripper”, su novela policial
William C. Gordon (75 años), además de abogado, también es escritor. Ha publicado novelas policiales como “Duelo en Chinatown”, “El enano” y ahora concluyó “The halls of power”. El género terminó por contagiar a Allende, que ya tiene lista una novela llamada “Ripper” -sucesor de “El cuaderno de Maya” (2011)-, donde explora el género y que saldría este año.
La autora reconoce que se dan consejos mutuos, pero siempre que el texto esté terminado. “Él tiene una duda y yo lo ayudo a darle una vuelta y hacerlo más simple. Cuando yo termino un texto se lo paso y él lo lee muy meticulosamente”, cuenta.
-¿Y cómo se llevan literariamente?
-Intentamos escribir un libro policial juntos. A los 20 minutos nos agarramos de las mechas. Es que el género tiene una fórmula. Por otro lado, él escribe en inglés; yo en castellano. Él tiene una capacidad de concentración de 11 minutos; yo de 12 horas. Pero como no tenía proyecto, me puse a escribir la novela policial. Y él me ayudó con consejos. Por ejemplo: la primera escena debe ser de alto impacto y no un retrato de la naturaleza.
“Hasta hoy me como medio bizcocho de marihuana”
El año pasado, Isabel Allende reveló en Alemania que consumió marihuana y éxtasis. “Cuando una llega a mi edad, ya lo ha probado todo”, dijo mientras promocionaba “El cuaderno de Maya”. Las declaraciones fueron ampliamente difundidas en internet. Aunque ella dice que eso no tiene nada de malo y marca las diferencias.
-¿Qué le parece el revuelo que causó esa declaración?
-¡Es que la gente es tan pechoña! Porque una cosa es andar fumando todo el tiempo, incapaz de funcionar y de pensar. Eso es un extremo. Como tomarse un vaso de vino y ser considerado alcohólico. De vez en cuando consumo marihuana. Hasta el día de hoy me como medio bizcocho de marihuana.
-¿Tiene que ver el espíritu progesista de San Francisco?
-Acá también te toman preso dependiendo de la cantidad con que te encuentren. Ahí está el tema de la guerra contra las drogas.
-¿Usted cree que hemos progresado en cuanto al tema de las libertades en Chile?
-Sí. Ahora se habla de más cosas. Antes a una mujer le pegaba el marido y no se hablaba más. Era un tabú. Como la pedofilia. Creo, sin embargo, que falta más realismo aún. Ver las cosas como son. ¿Qué sacan con negar lo que está pasando?