Por J.C. Ramírez Figueroa
La guitarra eléctrica y el piano han vivido una secreta pugna en el rock y por ende, en la música popular. Si la primera fue importante para experimentar con afectos y límites de agresión, el otro instrumento permitían llegar a formas compositvas que las seis cuerdas no permitían. De hecho, a muchos músicos les bastaba pulsar intuitivamente el teclado para inventar melodías.
A mediados de los setenta comenzó a acuñarse el término “piano rock” para describir un puñado de canciones -y artistas- que usando recursos del rock (desde escalas pentatónicas a los quebres ruidosos) preferían reemplazar las posibilidades guitarra eléctrica por la nobleza del piano. Mal no les fue: desde Elton John a Ben Folds, hay toda una tradición que, hasta ahora ininterrumpida.
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