Por J.C. Ramírez Figueroa
Leila Guerriero revisa la flamante edición de “Plano Americano” (Ediciones UDP). Se trata de 21 perfiles de escritores y artistas como Rodolfo Fogwill, Roberto Arlt o Facundo Cabral, que presentará este jueves en el auditorio de la Biblioteca Nicanor Parra.
-¡Me da un orgullo! Lo miro y estoy un poco turulata. Pensá que es la misma editorial de Nicanor Parra. Lo único que espero es que el libro empiece a caminar solito -dice mientras se sirve un té en Providencia.
Nacida en 1967 en Junín, Argentina, la historia de cómo su apellido se convirtió en una marca registrada -y referente- de la crónica latinoamericana es mítica, pero ella lo confirma: A los 24 viajó a Buenos Aires a dejarle sus cuentos a Jorge Lanata, entonces director de Página/12. A las dos semanas fue publicada en la contratapa (un honor sólo para autores consagrados). Como no dejó su teléfono no podían ubicarla. Cuando llamó de vuelta fue contratada casi de inmediato. Y de ahí no ha parado de hacer clases, preparar reportajes para tres medios distintos o recibir premios como el de la Fundación Nuevo Periodismo (2010) por la pieza “Rastro en los huesos”, una crónica de la dictadura argentina”.
“Quería transmitir la extraña normalidad y rabia de Nicanor Parra”
La idea de seleccionar estos trabajos nació mientras trabajaba en “Los malditos”, una selección de retratos de diversos autores sobre artistas suicidas que cosechó elogios continentales. La invitaron a seleccionar sus propios perfiles, publicados en medios como “Babelia” y “Vanity Fair”.
-¿Cuál fue el criterio para seleccionar los textos?
– La memoria es el mejor antologista, así que hice una primera selección así. Con los artículos que más recordaba. Después los dejé reposar. Tengo todo en carpetas, incluyendo todas las versiones y las entrevistas en mp3.
-¿Los complementaste con material inédito?
-Hay un texto que no había sido publicado antes dedicado a Roberto Arlt (“La vida breve”). También hay versiones más largas de los textos publicados. Como el de Nicanor Parra (“Buscando a Nicanor Parra”, publicado en “El País”, de España). Incluí entrevistas a personas que lo conocen y pasajes como cuando hace el saludo hitleriano y que por asuntos de espacio no se podía explicar bien y no se habría entendido. Y ahí habrían saltado todos los taraditos de twitter criticando.
-¿Hay alguna entrevista donde te sentiste poco conectada o nerviosa?
-No. Lo que sí hay son personalidades más laberínticas o enigmáticas como Marcial Berro. Pero siempre sentí que había llegado a algún punto, que había entendido algo. Con Fogwill sentí empatía. No sé si entendí su cabeza, pero hubo una comunicación amplia, a su manera.
-A la hora de escribir esta experiencia, ¿qué es lo intentas lograr?
-No es algo tan consciente. Pero trato de que pase lo mismo que los perfumes. Ellos se estructuran en torno al “alma” que contiene las notas de olor dispersas. Yo trato que en ellos se refleje la esencia que hace que una persona sea distinta a otra. Quería transmitir la extraña normalidad, la rabia y la energía que constituyen a Parra, por ejemplo.
“Me gusta tener la mano caliente todo el tiempo”
-Una característica de tus textos es que dejas hablar mucho a los entrevistados…
– Nunca hay que salir a confirmar un prejuicio. La vida en los textos pasa por los detalles. Por ejemplo, seguí a al empresario Alberto Samir y aunque era un tipo duro y acusado de mafioso, con su familia era dulce. Ellos lo querían mucho. Ese dato es muy importante.
-¿Es una opción personal no utilizar la primera persona o la autiobiografía?
– Tuve editores muy clásicos que me decían que sólo era necesaria cuando había que comunicar una experiencia intransferible. Y yo estoy de acuerdo. Lo que sí creo es que la voz me ha cambiado mucho.
-¿Te cuesta volver a tus artículos antiguos?
-Siempre he dicho que las estructuras tienen fecha de vencimiento. Hay textos donde sencillamente no me reconozco. Y ésos, obviamente no incluí en el libro. Me gusta tener la mano caliente todo el tiempo. También creo en el montaje documental. Escribir como si fueran las escenas en movimiento.
El boom de la crónica latinoamericana
-En Latinoamérica vivimos un boom de la crónica o periodismo narrativo. Pero también existen voces críticas…
-Es bueno que se hable del género.Ciertamente el fenómeno no ocurre en España. Acá existe la Fundación Nuevo Periodismo, revistas como “Gatopardo” y “Etiqueta Negra”, hay varias generaciones escribiendo y tenemos un lenguaje en común que permite entendernos. Aunque tampoco hay olvidar que es un nicho, no entiendo a los que critican su existencia. ¡Hace 10 años no había esto! ¿Que querés?
-¿Podemos decir que tu obra se constituye en torno a las historias pequeñas?
– Estamos demasiado enfocados a las grandes tragedias, las muertes y los grandes temas. Y eso me parece importante. Pero también hay otras historias, esas con las que puedes identificarte. Actualmente estoy escribiendo sobre una persona común, que tiene una vida común y con un desafío común. No sé qué saldrá de eso.