EDWARD SHAW y el arte chileno: “Hay muchos más jugadores en la cancha, pero no veo a ningún Messi” (6 de agosto 2013, Plaza Cultura, La Segunda)

El crítico y coleccionista estadounidense “descubrió” a Botero antes que sus compatriotas y se convirtió en un importante gestor cultural de eventos como la Feria ArteBa. El 29 de agosto exhibirá su trabajo testimonial “El siluetazo”, en el Museo de la Memoria.

La Segunda Digital

 

Por J.C. Ramírez Figueroa

Para Edward Shaw (76) -crítico de arte y coleccionista estadounidense- nuestro continente está lleno de sorpresas. Estudió historia latinoamericana en la Universidad de Princeton. Luego, descubrió -antes que el público norteamericano- el trabajo de Botero (su ex esposa le vendió los primeros cuadros) y Matta, cuyos trabajos le permitieron profesionalizar su carrera en el mundo de las colecciones. Y posteriormente vivió tres décadas en Argentina (donde fundó el Centro Cultural Borges y la feria ArteBa) y 15 años en Chile, donde está radicado y escribe catálogos de arte o gestiona exposiciones como la de Andy Warhol el 2005.

Si el año pasado en la exposición “El papel del amigo” mostró por primera vez su colección de arte latinoamericano (con figuras clave como Rufino Tamayo, Antonio Segui y Valerio Adami), este año, a partir del 29 de agosto en la explanada del Museo de la Memoria, exhibirá “El siluetazo”.

Se trata del registro fotográfico de un hecho insólito: a fines de 1983 en Buenos Aires comenzaron a aparecer siluetas humanas en paredes, vidrieras, carteles o pavimento. Cada una de ellas correspondía a un desaparecido. Tras las siluetas de hombres, mujeres, embarazadas o niños aparecían sus datos básicos. La pintura duraba unos días hasta que las autoridades mandaban a borrarlas.

Shaw la calificó en las páginas del “Buenos Aires Herald”, como “la mejor exposición del año”. “Enganché con las siluetas visual y emocionalmente. Para mí, el arte es un arma para decir algo que no se puede expresar plenamente con palabras. Y expresarlo más efectivamente. Pasé varios días y noches en las calles sacando un registro de la variedad de propuestas que los artistas callejeros utilizaron para dejar plasmado la memoria de sus muertos”, rememora. “El tema no puede ser más pesado, pero, en el formato de miles de pinturas saturando el paisaje urbano habitual, se creó una insólita poética, que ayudaba a alivianar lo macabro y convertir una realidad inolvidable en un cierre”.

“Las galerías y lanzamientos ya serán historia antigua”

-Como coleccionista, ¿qué le impactó particularmente del arte latinoamericano?

– Encontré el arte de Botero por casualidad en Bogotá, en 1959. Y a él mismo en Nueva York, en 1963. A pesar de las críticas a una supuesta superficialidad de su última obra, Botero va a quedar como el más fiel cronista de las realidades latinoamericanas de la segunda mitad del siglo XX.

-¿Y Matta?

-Ya fue célebre cuando entró en mi radar. Logré mi primer cuadro de él en París en 1965, intercambiando con Antonio Seguí. Matta logró a través de la pintura una revelación de la relación tiempo-espacio, de revolucionar lo que se puede decir con la pintura.

-Actualmente, ¿a qué artistas chilenos destacaría?

-Hay muchos más jugadores en la cancha, pero no veo a ningún Messi. El más universal es Alfredo Jaar, que logró expresar sus inquietudes magistralmente en imágenes duras y desgarradoras.

Sobre el elitismo del arte chileno, Shaw bromea: “el vino es cada vez más escaso en las inauguraciones; aquellos que fueron para alimentarse mueren de hambre”. Para él, “el fenómeno de las galerías y los lanzamientos ya serán historia antigua”. “Donde hay que estar con copa en mano es en las openings de las ferias de arte internacionales, los remates de Sotheby’s y Christie’s en NYC y en su casa, frente a la pantalla de computador”.

Shaw explica que para acercar el arte a las personas, hay que enfocar a las artes plásticas en un marco “que reforzará su presencia internacional y aumentará su relevancia nacional”.

Por ejemplo, acercar a países con ciudades grandes, cerca del paralelo 33, que compartan latitud: Capetown, Auckland, Sydney, Buenos Aires, Montevideo y Santiago. “La idea va más allá de sólo el arte, pero el principio se basa en dejar de depender del Norte para todas nuestras pautas y modelos”.

También que la Dirac organice megamuestras de arte nacional en “centros de poder”, en lugar de auspiciar pedidos en las embajadas chilenas del mundo que “aportan cero al conocimiento del país en el mundo”. Además, dice el curador, hay que destinar fondos a galerías, cooperativas y grupos de artistas que quieren participar en las ferias internacionales de prestigio.

-¿Y qué medidas habría que tomar desde lo local?

-Fortalecer las instituciones locales. Tenemos en virtual bancarrota al Museo Nacional de Bellas Artes más bello en América Latina. Hay que romper las barreras de pertenencia y agrupar todos los museos dignos de atraer la atención de visitas de extranjeros y dignificarlos.

-En mi experiencia personal, es imposible conseguir auspiciadores para muestras internacionales o locales de alcance internacional en el Museo de la Memoria o el Museo de la Solidaridad Salvador Allende. Sólo una acción imaginativa del sector público, en conjunto con auspiciadores empresariales, puede lograr la erradicación de la línea que divide la cultura en zonas ideológicas. Esta división existe en pocas sociedades del mundo.

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