Por J.C. Ramírez Figueroa
En su debut de anoche en la pista atlética del Nacional, Blur no sólo ajustó cuentas tras su insólita cancelación de 1999 -aduciendo posibles “represalias” por la detención de Pinochet en Londres-, sino que además demostró poseer un arsenal que ninguna banda britpop supo manejar tan bien: himnos pop, experimentación, melancolía y actitud traviesa.
Desde el impresionante sonido guitarrero de Graham Coxon hasta la selección de canciones, el show esquivó las trampas de la nostalgia y mostró a cuatro músicos maduros y en excelente forma.
Precisamente, por eso Blur enfrentó sus temas más populares con humor y relajo (“Country house”, “Tender” o “Girls & amp; Boys” que abrió la presentación). Allí, el cantante Damon Albarn saltaba, se abalanzaba sobre el público o los dejaba cantar. Una actitud que cambiaba en temas más exigentes líricamente (“For tomorrow” o “End of the century”) o instrumentalmente: “Trimm trabb”y “Caramel”.
Estos últimos, rescatados de su disco “13” (1999), fueron precisamente el momento más alto a nivel musical. Intensos, emocionantes y más difíciles de asimilar fueron los que convirtieron a Blur de una máquina de hits a una agrupación enorme y respetada.
También fueron memorables las versiones de “Beetlebum”, el éxito temprano “There´s no other way” o la aparición del emblemático actor Phil Daniels, quien interpretó el clásico “Parklife”. Hiperventilado, Daniels fue reivindicado por el grupo por su participación en la película “Quadrophenia” (1979). Producida por The Who, la cinta rememoraba a los “mods”, subcultura joven inglesa de la que Blur se siente deudor.
El cierre dejó al público satisfecho, pero sin ganas de abandonar el recinto: “The universal” y “Song 2”. La primera, apoyada por sección de vientos y coros. La segunda, un momento de locura punk rock que los hizo saltar a todos.
Tanto como Beck, que se presentó a las 20 horas. Conocido por su múltiple manejo de estilos -tuvo una etapa folk, hip hop, noise y tropicalista-, esta vez llegó en plan bailarín. Como un Prince, delgadísimo y con elegante sombrero interpretó sus hits en plan funk (“Where ist at”), hizo un cover de Michael Jackson (“Billie Jean”) y alegró a las 25 mil personas que repletaron el recinto.