¿Es posible un gran mercado del arte para Chile?

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Además de tener las playas a full capacidad, partidos clave de la NBA y sus bares repletos de turistas, Miami funciona, al mismo tiempo, como un epicentro artístico. Desde la afamada Art Basel -a principios de diciembre- hasta Art Palm Beach, que se realizará este fin de semana, en la ciudad se desarrolla más de una decena de ferias orientadas a coleccionistas, pero abiertas también a quien quiera actualizarse -y reflexionar- con los nuevos trabajos de artistas consagrados, como Jeff Koons o Ai Wewei, y hasta jóvenes emergentes de todo el mundo.

Chile ha logrado, lentamente, posicionarse en ese contexto. Galería La Sala participó en el Art Spot Miami, evento realizado en el muy hipster y cotizado Distrito del Arte, a unos 20 minutos del Downtown. Por otro lado, artistas como Francisco Cintolesi, de la Galería ArtLabbé (ver recuadro), fueron seleccionados para el Art Palm Beach y la Galería Isabel Aninat también fue elegida -dentro de decenas de galerías de todo el mundo- para el próximo Art Basel en Suiza.

Para Vivian Pfeiffer, vicepresidenta y directora de ventas privadas de la galería Chistie’s para América, Chile se está insertando exitosamente en el mercado mundial. Mientras observa al público que asiste al Art Basel, dice que artistas como Alfredo Jaar, eventos como la Feria Chaco o el trabajo de las galerías, están potenciando la forma de entender el arte en nuestro país. Sin embargo, sostiene, “quizás la tarea más importante es la que hagan quienes gobiernan. Es imperativo apoyar la educación en las artes desde temprana edad, y no verlo como algo innecesario o una pérdida de tiempo para los estudiantes. Las artes incluyen todo: música, diseño, pintura, fotografía, etc…”.

Pfeiffer asegura que, si bien “Chile es un mercado (para el arte) súper estable y con un crecimiento sostenible y sólido”, todavía hay problemas que impiden un desarrollo más expedito. “Casi todos los países en Latinoamérica tienen un sistema sumamente punitivo para el ingreso del arte. Es increíble que nuestros países no puedan ver que habría que incentivar el ingreso del arte. ¿Quién quiere museos vacíos?”.

-¿Cuál es la responsabilidad del coleccionista en la actualidad?

-La responsabilidad del coleccionista es tratar a la obra y a la labor del artista con respeto, no jugando con las volatilidades del mercado. Pero, por encima de todo, el coleccionista debe ver al arte como un cuidador temporario. Sería fantástico si los gobiernos apoyaran a los coleccionistas impositivamente, para que ellos siempre piensen en donar sus colecciones a museos locales y así enriquecer la vida de sus compatriotas.

“¿Cómo va a ser posible que los artistas sólo tengan Fondart o Corfo?”

Para DeniseRatinoff , martillera y representante de Christie’s para Chile, Perú y Ecuador, el concepto de “infraestructura cultural” está evolucionando hacia las distintas áreas de la sociedad de manera natural. “En algunas áreas vamos más adelante, como en la poesía. Por ejemplo: Neruda, el cual ha influenciado a artistas plásticos, escritores, cantantes, que hacen que su arte trascienda en distintas disciplinas. Por otra parte, he visto positivos esfuerzos en parques que incorporan el arte con esculturas tradicionales y la adaptación de sus espacios como bancas y juegos intervenidos por artistas”.

De todas formas, la incorporación del arte en la vida diaria está a años luz todavía. No está en las masas. No está en la televisión. Ni pensar en algo como la serie de cable “Girls”, de HBO, que incluye escenas o personajes ligados al mercado del arte. “Creo que nos faltan muchos soportes para que el arte circule en nuestra sociedad, pero es nuestra obligación exponer a los jóvenes al arte a temprana edad, sentir los museos como sus casas, respetar las áreas verdes, el reciclaje. La cultura es, a mi modo de ver, un foco de placer, no es un cúmulo de conocimiento, es una actitud de vida”.

-¿Cuál es tu visión del mercado del arte en Chile? ¿En desarrollo? ¿Pobre? ¿Avanzando a tropezones?

-Hace casi 20 años que abrí la oficina de Christie’s en Chile y sin duda he visto crecer el interés por comprender qué significa ser coleccionista. Pero falta mucho para lograr el respeto que merecen los artistas y su creación, y el respeto por el esfuerzo de los museos, galerías, corporaciones culturales, empresarios, bancos y privados, que invierten para poder mostrar colecciones dignas en nuestro país. Falta interés general por contribuir a que las muestras lleguen a nuestro país. Brasil y Argentina son un ejemplo de fortalecimiento defendiendo a sus artistas nacionales y Colombia va por el buen camino. Aún nos falta en Chile un espíritu que una fuerzas y se potencie con el mundo del arte y no dividir para reinar. Somos todos responsables, no de criticar, sino que de contribuir al desarrollo cultural de nuestro país.

Y agrega: “¿Cómo va a ser posible que los artistas tengan sólo Fondart, Corfo o ciertas becas y pequeños auspicios para financiar sus proyectos? Deberíamos crear otras instancias para lograr financiamiento e involucrar al Estado, a la empresa privada, otorgándole beneficio tributario que motive a contribuir con los proyectos de cine, música, artes visuales, teatro, danza, literatura, etc”.

Crítica de la situación, apunta que no puede ser que “haya que mendigar auspicio” para financiar, por ejemplo, un proyecto sobre un Premio Nacional fallecido. “En países desarrollados el Estado celebra los centenarios de sus artistas honrados con el Premio Nacional, financian los catálogos, razonados si se requiere. Contemplemos dentro de los presupuestos anuales algunos proyectos que merecen ser entregados a la comunidad”, propone.

-Como martillera de Christie’s, ¿cuál es la más significativa diferencia entre el mercado chileno y el de los países desarrollados?

-En este país no hay mercado. Se está creando a pulso, con el buen y serio ejemplo de países que sin duda defienden su patrimonio, adquiriendo obras de sus propios artistas y otros extranjeros, que tienen representados a sus maestros en los museos. Aquí, ellos deben unirse a la empresa privada para poder sobrevivir y con suerte adquirir algunas obras representativas anualmente.

Un país desarrollado es uno que recibe las obras sin cobrar los montos de ingreso. Chile, Brasil o Argentina, hacen imposible la llegada de buenas obras pagando 35% de impuesto de ingreso.

Según sostiene la conocida martillera, “un país desarrollado deniega el permiso de salida de una obra considerada patrimonial y consigue pagarle al propietario un monto digno, internacional, para que la obra permanezca en el país y no se pierda, pero le pagan lo que vale”.

Así, asegura que “hay que darle seguridad al coleccionista para que se motive y luego cree fundaciones para que todo el país tenga el privilegio de apreciar una buena colección”, así como dar facilidades que incentiven el aprecio del arte. “¿Cómo es posible que la mejor colección de arte latinoamericano la tenga un museo en EE.UU.? No es un problema de alto valor de la obra, porque las obras que han adquirido las puede pagar cualquier museo o particular. Es conciencia social, es tener la mentalidad del coleccionista y compromiso con su país para ser parte de este enriquecimiento común adquiriendo buenas obras para uso público. Es para que las futuras generaciones lean la historia en un lienzo, en una escultura en una fotografía, en un dibujo”

El efecto Bilbao

“Lo más rabiosamente urgente es que el arte estuviera en la agenda del gobierno y las empresas. Y no lo está”, explica el director del campus de Miami de la Universidad Adolfo Ibáñez e influyente columnista de Harvard Business Review, Alejandro Ruelas-Gossi . “El arte es algo de percepción elitista y no se ha visto nunca como parte de la estrategia-país”, dice.

Especialista en el tema, brindó una clase magistral sobre “Art & Strategy” en el pasado Art Spot de Miami -una de las diez ferias de arte que se celebran a fin de año en torno al Art Basel-. Su tesis es que las últimas dos décadas han sido, contrariamente a lo que la mayoría piensa, muy pobres en el desarrollo tecnológico.

Para él, la caída del Muro de Berlín atrajo al segundo mundo -bloque comunista- a la economía de mercado mundial. China, aprovechando la mano de obra barata, imitó prácticamente todo lo que el mundo desarrollado producía, convenciendo a los propios imitados que el modelo debía ser la competitividad a bajo costo.

“Esto es un gran error. La eficiencia y la productividad son realmente una trampa. El siglo XX sirvió para aumentar los atributos de la proposición de valor en todo lo que hacíamos. El siglo XXI está sirviendo sólo para ir quitando esos atributos. Para hacer todo más barato, y ese virus está extendido en todo el mundo”, agrega el académico de la UAI.

Ruelas cita el “Bilbao effect”, gracias a la inauguración del Museo Guggenheim en esa ciudad del País Vasco en 1997 y que “reprodujo un trozo del renacimiento”. “De ser una ciudad gris, dedicada a la industria del acero, Bilbao se ha convertido en una de las ciudades más visitadas del mundo. Los viñedos de la Rioja Alavesa han creado un corredor de arquitectura vanguardista, atrayendo a los mejores arquitectos del mundo”.

“Bilbao fue en dirección opuesta a la idea de lo barato en el mundo. Puso al arte en el centro de la agenda. Y a la ciencia. El País Vasco creó Ikerbasque, que es una iniciativa que atrae a los científicos más importantes del mundo. Creó también un think tank : Orkestra, para aumentar la competitividad del tejido industrial…”.

Para el académico, el mundo está entrando en una espiral muy dañina disfrazada de eficiencia. “Una espiral de destrucción de valor, y en donde la competitividad se define como el precio más bajo, el valor más bajo. Y lo que hay que hacer es exactamente al revés”.

Para el experto, en Chile debería replicarse ese modelo renacentista resucitado en Bilbao. Atmósferas como lo hizo Lorenzo de Medici. Necesitamos nuevos Lorenzos, y que el arte y la ciencia regresen al centro de la agenda.

“El País Vasco lo demostró. Pasó de 9 mil dólares de ingreso per cápita en 1978 a 36 mil en 18 años, en 1996. Hoy tiene más de 46 mil dólares. Como región, es una de las más ricas del mundo. Y la estrategia fue clara: arte y ciencia. Nuestros países en América Latina sólo tratan de atraer inversión extranjera, para usar nuestra mano de obra barata. Ese camino lleva al fondo del subdesarrollo”.

-¿Qué le parece la instalación de ferias como Chaco en nuestro país?

-Me parece una buena iniciativa, pero que nadie conoce en el mundo.

-En la relación galerías, artistas y curadores, ¿qué paso deberíamos dar y qué nos tiene estancados?

-Dado que Chile es el mejor alumno de la región en términos económicos, debería ser capaz de atraer al Guggenheim y convertirse en el primer país de América Latina en lograrlo y contratar al mejor arquitecto del mundo: Fran Gehr. Esto atraería a todos los spotlights hacia Chile. De ahí se desprendería una cadena de eventos importantes. ¡Si alguien puede hacerlo, ese es Chile!

 Francisco Cintolesi: “Simplemente estamos desconectados”

Un nuevo hito lo marca la Galería ArtLabbé, quienes se encuentran en Art Palm Beach -feria que durará hasta el 27 de enero- junto a los artistas nacionales Bernardita Garib, Ricardo Parra, Alejandro Leumas, Francisca Maguire y Francisco Cintolesi. Este último fue destacado con su obra “Precabriolet” en la revista promocional. Esta artista visual y diseñador gráfico, nacido en Punta Arenas en 1980, viene de terminar un taller con Eugenio Dittborn y se está convirtiendo en uno de los nombres más interesantes de la escena joven.

Para él, “el mercado del arte en Chile es pequeño. La oferta de artistas es muy superior al único coleccionismo (y de élite) y casi no hay espacios intermedios. Vivir al borde del despeñadero geográfico nos ha ensimismado históricamente…”.

Y ejemplifica: “Me ha pasado que invito a personas a mis exposiciones que argumentan que no van porque «mis cuadros son muy caros» y tienen en su departamento de Vitacura la tela de la tetona afro con bananas y una que otra pintura de la suegra. No es un problema de falta de plata, es un problema de que simplemente estamos desconectados”.

Cintolesi dice que la misión sería reenfocar la atención a los fenómenos locales y “contener la ilimitada presión que ejerce la tontera de meter contenidos bajo la excusa publicitaria”. Así, “las sociedades que gozan de un mercado de arte pujante no es por simples libertades de capitales. En Chicago, por ejemplo, los cafés de una misma cuadra concursan por cuál tiene el mejor diseño interior y el ganador se adjudica la posibilidad de ampliarse con sus mesas al espacio público. En Nueva York, todos los edificios corporativos tienen obras de arte monumentales y es porque hay una ley que obliga a que el 2% del valor de la infraestructura debe tener un valor similar en obras de arte. En Milán hay una institucionalidad que le asigna un ranking a todo artista, lo individualiza para el sistema público y para el mercado, le da instrumentos de protección social y valoriza su obra igual que cualquier empresa en la bolsa. En Chile, por muy exitosos que sean ciertos artistas, mueren sin cobertura de salud y no tienen credenciales para estar en el sistema de protección social, en general. Es habitual encontrar artistas que se inscriben como indigentes en Fonasa”.

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