Por Juan Carlos Ramírez F. (11 de agosto 2015, La Segunda)
Pinochet entregándole el mando a Aylwin. El “Cóndor” Rojas impactado por una bengala y arrastrado por la Selección chilena. Una niña navegando, que todo Chile conoció como “la Balserita”, que supuestamente iba al colegio en un barco de plumavit.
Cuando la presidenta de la Fundación Kadist, dedicada al nuevo arte contemporáneo, Emilie Villez, visitó la Galería Patricia Ready el año pasado, quedó fascinada con estas piezas que forman parte de “Museo Futuro”, de Nicolás Grum (38), colección de 9 esculturas que con bastante humor negro pasaban cuenta de la historia reciente del país.
El más notable para la fundación -con sede en París y San Francisco- fue “El gran pacto”, que registraba el cambio de mando de 1990. Fue adquirida hace unas semanas para la “Colección Sur”, dedicada exclusivamente a Latinoamérica, junto a “la Balserita”.
Su padre era un húngaro que escapó de la Cortina de hierro para terminar en el Chile de la UP trabajando en TVN y luego del Golpe vinculado a la edición audiovisual. Su mamá, de una familia tradicional vinculada a Alberto Valenzuela Llanos, considerado uno de los cuatro maestros de la pintura chilena. Todas esas influencias están, de alguna manera, en su trabajo, reconoce.
En un anaquel entre VHS y libros, hay maquetas de una cuca de Carabineros y la Torre Santa María. Son proyectos inconclusos. “Cuando uno mira cosas hechas a escala de inmediato se siente atraído. Posiblemente, se seguirán sumando figuras a este Museo Futuro”.
Pequeña escala
-¿Cuál es para ti la gracia del formato?
-La pequeña escala busca hacer aprehensible algo que por sus dimensiones muchas veces excede nuestras capacidades. Me parece que la resignificación de los episodios se da principalmente debido al formato. Los mismos que se usan en los museos para describir sucesos históricos, acá cuestionan los tipos de discursos y sucesos.
– ¿Puede ingresar a tu “Museo Futuro” el dedo de Jara, por ejemplo?
-Es que los acontecimientos tienen que generar consecuencias durables. Tiene que haber una distancia que permita extraerles cosas a las imágenes. Como “El gran pacto”. O sea, Aylwin dándose la mano con Pinochet. Era una imagen que, hasta donde yo sé, no había sido trabajada. Igual yo soy de los cree que ganó el “Sí” y que para cumplir su objetivo sólo necesitaba que saliera el general de la presidencia.
-¿Justicia en la medida de lo posible?
-El Mamo Contreras es el ejemplo supremo de la justicia en la medida de lo posible. Pasaron muchos años para que fuera detenido y lo llevaron no a una cárcel, sino a una casa de retiro. ¿Qué más se puede decir? Con eso se entiende todo el proceso de la transición.
-Tu trabajo cuestiona las versiones oficiales difundidas por medios.
-La influencia de la prensa oficial y masiva es algo global y hegemónico. Me preocupa que muchas veces no parece existir un contrapeso frente a estos discursos. Para subvertir esto hay que usar la voz oficial en contra de sí misma”.
Diccionarios intervenidos
En su mesa de trabajo tiene un diccionario Larousse, lo abre y muestra varias páginas intervenidas. No fue él, sino que el propio Gobierno Militar que “corregía” mapas del Polo Sur dándole más territorio a Chile o cambiando informaciones sobre el país. Era un simple y ordinario cuadrado de papel pegado encima.
“Me llama la atención que casi nadie se acuerde. Lo asumimos nomás. He ido donde librerías de viejos con el diccionario y los libreros me dicen que no se habían dado cuenta”.
Arte joven
La transición y sus miserias
Aunque Grum valora el trabajo de la generación de Paz Errázuriz o Lotty Rosenfeld, que representaron a Chile en la Bienal de Venecia con un trabajo crítico sobre la Dictadura, sus intereses van en lo que pasó después. “Que ellas estuvieran allí tiene que ver con la deuda histórica del país con sus artistas. Ahora, las nuevas generaciones tenemos que trabajar sobre otras realidades. En ese sentido, el espacio que siento hay que trabajar la transición y sus complejidades. Y por sobre todo, sus infinitas miserias”.