Carlos Ovalle, experto en espinales: “Es una especie muy resiliente, metáfora de la historia del país”

El ingeniero agrónomo publicó una investigación sobre la importancia del espino en la construcción del Chile que conocemos.

Por J.C. Ramírez Figueroa (10 de marzo 2015, La Segunda).

El ingeniero agrónomo Carlos Ovalle (64) es -usando sus términos- una especie en peligro de extinción: mientras todos sus compañeros se fueron a empresas exportadoras de fruta, él se especializó en la vegetación natural chilena y la ecología. Específicamente, praderas y espinales.

“El camino que tomé es lo opuesto a la artificialización de la agricultura intensiva, que es básicamente cambiar el paisaje y fertilizar para producir”, explica.

Junto a un grupo internacional de especialistas y bajo el alero del Instituto de Investigaciones Agropecuarias publicó “El espinal de la región mediterránea de Chile” (Colección Libros INIA, 2015), un análisis a este paisaje que ha influido a los chilenos de la zona central.

“Somos los únicos en Latinoamérica que tenemos clima mediterráneo, en la zona central. Eso marca el paisaje, la agricultura y el uso de la tierra. Aunque la clave estuvo en la colonización española. “Ellos importan un sistema agrícola milenario. Acá no había trigo, ni avena ni cebada. Tampoco ovejas ni caballos. La ganadería proviene de los españoles, y entre el quillay, peumo, boldo y litre, estaba el espinal. No tenía la importancia de hoy”.

-¿Entonces recién vino a desarrollarse en la Colonia?

-Antes eran parches de vegetación, pero no una formación importante. Ahora cubre desde Chacabuco al río Laja. Las especies nativas no habían evolucionado con la agricultura porque las poblaciones eran menores. Los espinales llegaron en el forraje que llevaban para los animales, en las malezas de los cereales, pegados a la lana de las ovejas. Y eso comenzó a invadir Chile.

Espinal y cultura

A Ovalle no le sorprenden las referencias el espino en “La recta provincia” de Raúl Ruiz o el poema homónimo de Gabriela Mistral, en “Desolación” (“Me ha contado que me conoce/que en una noche de dolor/en su espeso millón de espinas magullaron mi corazón”).

“En el mundo rural, el espino es omnipresente. Cuando se intervienen los espinales, los agricultores no sacan la raíz. Y eso es porque cuando el espinal es cortado vuelve a aparecer. Es una especie muy resiliente; metáfora de lo que ha sido historia del país y que está grabada en la memoria de la zona central. Para mis colegas extranjeros, Chile era un paraíso y nosotros no nos dábamos cuenta. Pero eso ha ido cambiando.

-¿Por las forestales? En Arauco los cerros son solo pinos.

-Todo lo que se ha hecho en la zona de secano ha sido a expensas del espino. Básicamente, el pino insigne y el eucalipto, que es lo que marca el paisaje en el sur. Y éstos extraen nutrientes y agua desde abajo. Para las comunidades locales ha sido muy impactante que se destruyan los espinales o bosques de robles. No se trata de ser un ecologista duro y expulsar las forestales, pero tiene que haber equilibrio.

-¿Es posible revertir el proceso?

-Lo que hace la Conaf con los parques nacionales es positivo. Pero dentro del sistema de áreas protegidas, la zona de los espinales, es la menos conservada. Desde La Serena a Concepción no ves muchos parques. La Campana, que tiene 8 mil hectáreas, debería tener 50 mil. Además, hay cambios irreversibles. La erosión del valle central ha sido peor que lo de las forestales y el salmón. Al ser ocupado para producir maíz y cereales, hubo que deforestar, quemar y producir sin cesar.

-¿Tenemos otra oportunidad?

-Sí. Las precipitaciones han bajado y el calor ha aumentado. Ya se está estudiando cómo producir árboles frutales de Osorno al sur. O cómo distribuir mejor el agua en los campos. Trabajamos en bancos de frutas y vegetales; desde el maqui hasta el toronjil. Queremos rescatar esa fruta pequeñita que comíamos cuando chicos. Ahora todo es industrial, pero en Europa ya se está exigiendo otro estándar de calidad. Y como eso afecta al mercado, seguro que viene un cambio en la forma artificial que tenemos de producir fruta.

Único en el mundo

El espino es un árbol leguminoso de origen subtropical, favorecido por el clima mediterráneo. El sistema de espinos de Chile es único en el mundo, reconocen investigadores, capaz de integrarse a la pradera y el consumo animal, lo que facilitó el desarrollo del campo de la zona central. Al caer las hojas en invierno, permite que llegue luz al pasto. En verano se convierte en auténtico “quitasol”. Sus ramas permiten producir carbón y su semilla es de larga duración.

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