Recopiló un puñado de palabras en desuso, desde abada (hembra de rinoceronte) a zurupeto (corredor de bolsa no matriculado).
Por J.C. Ramírez FIgueroa (3 de mayo 2016, La Segunda)
El matemático y escritor boliviano Jorge Patiño se obsesionó con las palabras en desuso, almacenadas en distintos diccionarios. Y decidió hacer algo al respecto. Cada noche, durante varios años, fue rescatando y seleccionando términos como “quimerizar” (fingir cosas imposibles), “heñir” (sobar la masa del pan con los puños) o “xinglar” (vociferar, clamar). Sonaban bien, remitían a otros tiempos y había que rescatarlas, pensó. Así nació “Coda al diccionario” (Liberalia, 2015) -versión actualizada del primero editado en 1998-, que se presentará el viernes 13 de mayo en la librería del GAM.
Patiño cuenta que escarbó, por ejemplo, en el diccionario de la RAE de 1970 y algo del “Diccionario de uso del español” de la legendaria bibliotecaria española María Moliner (que partió en 1962). De manera sistemática el de Roque Barcia de 1888 y, como apoyo, el trabajo del lingüista Manuel Seco.
“La rutina era poco original: leer el diccionario página por página e ir anotando las palabras que pasaban la prueba. Básicamente habían dos criterios, ambos subjetivos, lo admito: la palabra y la definición. Debían ser inusuales o bellas pero no de uso especializado. La definición debía ser interesante o de alguna manera sorprendente.
-¿Qué le llamó más la atención al coleccionar estos términos?
-Que con los años el lenguaje se hace más general y menos específico. La globalización es una especie de versión de la segunda ley de la termodinámica: Cuanto más sacudes algo, más homogéneo queda. La globalización es esa fuerza que todo lo sacude, todo lo mezcla. Terminaremos con una sola moneda y una sola lengua. No sabemos si será el castellano, el inglés o el chino. Espero que sea el primero, pero no vamos bien, con la excepción de América.
-Acá, desde Andrés Bello, la élite siempre ha invisibilizado las palabras “populares”. ¿Ocurre lo mismo en Bolivia?
-Allá el fenómeno es algo más complejo por la importancia de las lenguas indígenas, y particularmente el aimara y el quechua, en la formación del “castellano boliviano”. Las élites generalmente han visto esa influencia como una contaminación indeseada. Las clases altas bolivianas han mirado siempre a Santiago, Buenos Aires, Miami o París como referencias. Pero en su actitud parapetada ante el avance de las influencias de las lenguas locales hubo, creo yo, más instinto de supervivencia que arribismo.
-La RAE quita y agrega palabra como “tuitear” o “pilates”. ¿Cuál es su posición frente a esta institución?
-La RAE es sin duda un referente. Una entidad que produce un diccionario y otras obras en las que se consagra una versión de referencia del idioma. Pero no hay que darle demasiada importancia. Nuestra lengua no sufriría mucho si desapareciera la RAE o las academias nacionales. Simplemente tendríamos que aprender a vivir con más de una fuente de referencia, como sucede por ejemplo en el inglés. Estamos acostumbrados a que la verdad esté depositada en algún lugar. Eso no siempre es bueno.
Sus Top 5 del desuso
Patiño tienes su palabras favoritas: “Adehala” (yapa), “cojijo”(desazón por motivo leve), “desamorrar” (hacer que alguien levante la cabeza o que, dejando el silencio en que estaba, responda y converse con los que están presentes), “destentar” (quitar la tentación con razones) y “nefelibata” (el que anda en las nubes).