Arturo Duclos recupera sus primeras intervenciones “Fue como sacar mis obras del refrigerador”

En la galería D21, uno de los artistas más destacados de la Escena de Avanzada rescata su juventud.

Por Juan Carlos Ramírez F., 27 de mayo de 2016, La Segunda

 

El año pasado viajó a Chile el curador Luis Pérez Orama, del MoMA. Estaba investigando las huellas del arte nacional reciente. Y entre los prioritarios del museo neoyorquino está Arturo Duclos (58), casi a la misma altura que Sergio Larraín, Juan Luis Martínez y el fallecido Carlos Leppe. “Aparte de nombrarme, no ha pasado mucho”, dice, con franqueza. “Es que somos un país arribista. Tiene que venir una institución reconocida para validarte, mientras no tenemos nada”.

Actualmente expone en la galería D21 “Ejercicio forense”, registro de sus primeros trabajos desarrollados entre 1981 y 1982. La mayoría, registros fotográficos de instalaciones que, por naturaleza, estaban destinadas a desaparecer como las enormes bolsas con viruta. Años complejos donde la CNI lo vigilaba junto a su pandilla, conocida como “Escena de avanzada” (Nelly Richard, Alfredo Jaar y Carlos Altamirano, entre otros), aunque los agentes no entendieran muy bien su trabajo. Cosas como “La lección de anatomía” (1982), un óleo sobre huesos humanos o sillas con frases de Nicanor Parra. “Claro que nuestro arte era hermético. Las vanguardias operan. ¿A cuántos llegábamos? ¿500 personas?”.

“Hay una falta absoluta en resguardo patrimonial”

“Creo que todos los artistas tenemos que hacer alguna masterpiece , y «La lección…» lo es, porque fusiona el sentido de lo público, lo político y lo emocional. En ese sentido es una obra expresionista, visceral. No pertenecí a ningún partido en ese momento, y hasta ahora al único partido al que pertenezco es al del arte”.

De todas formas, Duclos intenta respaldar su trabajo caracterizado por el uso de elementos no tradicionales, como fluidos, huesos humanos y desechos de construcciones. “Rescatar estas obras para mí fue como sacarlas del refrigerador. Lo interesante es su criogenización. La obra vuelve a aparecer fresca y vigente, sobre todo para los olvidadizos historiadores del arte”.

-Aparte de los ambientes académicos, la “Escena de avanzada” sigue siendo desconocida.

Fue un movimiento contestatario, por la época en la que le tocó existir. Aunque más que punk o rockero, yo diría que fue muy analítico. De acuerdo a eso pudo responder al contexto. Pero sí, hay una falta absoluta en investigación y resguardo patrimonial de este período.

Como si el arte chileno pasara del modernismo al galenismo de los 90 .

-Es que ocurrió en plena dictadura, y muchas obras tuvieron un carácter de emergencia. Y como no hay una clase adinerada culta que entendiera este fenómeno, no pudo resguardarlo de su volatilidad. Aparte, los proyectos de Saavedra, Parada, Mezza o Soro tenían carácter efímero, y perecieron en el olvido.

El fin de las utopías

A Duclos le molesta la manía de crear museos por parte de privados y centros culturales desde el Estado. “Hay museos militares, del huaso, del ferrocarril, de la empanada, pero han escaseado los museos de arte contemporáneo. Y cosas como CorpArtes carecen de una programación seria. El único lugar con curador es Matucana 100”.

De hecho, organiza recorridos por Santiago Centro llamado “Arte Sin Miedo”, y está liderando el Espacio O en el barrio Lastarria. “Me interesa que la gente aprenda a apreciar el arte no solamente desde la historia, sino también desde su contingencia. Así se rompe el miedo al arte”.

Duclos, que en sus ratos libres ejerce de DJ -y mezcla deephouse con folclore europeo-, está preparando una obra para un festival de arte en Toronto: “Fallen flags”, una selección de banderas de movimientos revolucionarios latinoamericanos (FPMR, Tupamaros, Zapatistas). “Quiero escenificar el fin de las utopías, que es el fin del deseo también”.

-En este mundo regido por el mercado, ¿que caminos les quedan a las artes visuales?

-Acercarse a los fenómenos de la realidad y trabajar con esta. Hay muy pocas obras que están fuera de las problemáticas del mercado en términos de su inscripción. Pero son importantes en cuanto a sus contenidos y su inserción en la sociedad. Por otro lado, estamos llenos de obras formalistas e intrascendentes que llenan las galerías y las ferias.

-Los jóvenes crean arte pensando más en la beca que se van a ganar.

-La globalización ha traído consigo una estandarización de las ideas y de la visualidad. El arte siempre ha sido competitivo, y la mayor mala leche del sistema ha sido manipular la creación artística a través de incentivos. Los concursos perversamente crean estos falsos estándares. La mayoría de los artistas tratan de ingresar a esta ola global para pertenecer ilusamente a un estándar de la imagen que les da falsas garantías de trascendencia.

-¿Cuál es para ti el mayor malentendido entre el arte y Chile?

-El arte como institución surge del bienestar de los países ricos, de la vanidad del estado y de sus ciudadanos ilustrados. ¿Hay algo de eso aquí? La construcción cultural de Occidente consideró el arte como una de sus más visibles manifestaciones de conocimiento, inaugurando las formas de ver y pensar visualmente.

-¿Ya no tiene sentido la búsqueda de “satisfacción” de los Rolling Stones?

-Así es. Ya no queremos “satisfaction”. Y eso es grave, porque desde el Renacimiento hemos asistido, a través del arte, al relato de la innovación y la transformación de la sociedad desde los cánones de conocimiento. ¿Has pensado que sin la perspectiva no hay modernidad y sin collage no podrías navegar por internet? Los privados deberían verlo así, en lugar de confiar en las tecnocracias.
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