Fue encargada de las bibliotecas CRA y acaba de lanzar en España una investigación sobre la lectura en colegios de Santiago.
Por Juan Carlos Ramírez F.
Si en Chile existe un sistema de Coordinación Nacional de Bibliotecas Escolares (CRA) se debe en gran parte al trabajo de dos décadas de Constanza Mekis.
La experiencia de esta bibliotecaria -actualmente presidenta del IBBY Chile- ha llamado la atención en países como España, donde acaba de lanzar el libro “La formación del lector escolar” (Prensas de la U. de Zaragoza).
Se trata de una investigación sobre la situación actual de la lectura en los colegios de Santiago, la irrupción de la tecnología y cómo las bibliotecas son bastante más que lugares cerrados llenos de libros.
-¿Es posible detectar aún ciertos remanentes del analfabetismo que la República intentó aplacar en Chile?
-No se puede hablar de analfabetismo. Lo que quizás puede detectarse es lo que la UNESCO desde los años 60’s ha denominado “analfabetismo por desuso”, es decir, personas que aprendieron a leer pero que durante su vida no han tenido oportunidad de una práctica de la lectura sistemática.
-Con cerca de 11 mil bibliotecas en colegios, Chile está “forestado” de libros. ¿Qué cambios se pueden apreciar en estos últimos años?
-Para muchos estudiantes, la biblioteca es un espacio de libertad, donde son bienvenidos para que desarrollen sus habilidades de interpretar, comprender y construir opiniones personales. Pero si detrás de esas curiosidades no hay un mediador de la lectura que responda y entienda las necesidades de ese niño, no logrará llegar al fondo de su corazón. Entonces estamos en zona de peligro. Hay un vínculo que puede cortarse y no permitir crear puentes lectores hacia la pubertad.
-La biblioteca para algunos es un lugar donde hay libros nada más. Tú la ves como un espacio de encuentro y creación.
-La biblioteca escolar está inserta en los rieles actuales de ideas, información e imágenes. No espera al lector sino que juguetea con él, lo seduce con propuestas novedosas; invita a la comunidad a participar, interpela a unos y a otros y los invita a todos en su territorio: a leer, a indagar, a conversar, a “cuchichear”, a sorprenderse, a curiosear, a estar en silencio, a crear, a imaginar, a escuchar cuentos, abierto de miras.
-¿Ha cambiado el panorama de la lectura con la industria de los best-sellers para adolescentes?
-La explosión de sagas juveniles de amoríos, de superhéroes, novelas steampunk, comics y mangas no garantizan que los jóvenes estén familiarizados con la lectura y sean buenos lectores per se. Cada uno de estos géneros son solo una ventana pequeña hacia el mundo lector. Lo valioso es que el lector traspase a otros géneros, otros mundos.
Oxigenar la mente
Mekis dice que el camino para enganchar con la lectura tiene que ver con “oxigenar la mente”, creando diversos centros de interés “poesía y rap, biografías y mitología, cine y la literatura transmedia, videojuegos y arqueología”.
Sobre los booktubers es crítica: “Este fenómeno tiene algo artificial. Está más cercano al mundo comercial, al consumismo, a números de venta. No dan a conocer joyas literarias. Comparto un pensamiento de Virginia Woolf. En el año 1939 escribió lo siguiente en un ensayo llamado «Reviewing»: ‘Es una tarea compleja informar al público, criticar un libro y al mismo tiempo dar a conocer su existencia'”.
-¿Cómo debemos enfrentar la avalancha de productos literarios que llegan?
-Un gran punto es desarrollar toda una cultura crítica para que vaya existiendo un conocimiento preciso de lo bueno y lo malo que se publica. Desenmascarar apuestas facilonas que han logrado entrar fuertemente en el mercado, y que al parecer se quieren mantener incólumes, tratando de que los estereotipos convencionales, estigmatizaciones y los chirridos comerciales se superpongan a la calidad.