“¿Qué candidato diría ‘mi proyecto es hundir este país’?”

Hoy llega a librerías su Diccionario del siútico, donde enumera nuestros arribismos y eufemismos.

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Juan Carlos Ramírez F.

“27 F”, “Abusos deshonestos”. “Crítica constructiva”. “Musa de un director”. “Zona cero”. Frases que terminamos usando todos, pero que son parte de lo que el periodista y crítico Juan Andrés Piña define como “la siutiquería del lenguaje”. O sea, todo “lo pretencioso, rebuscado, lo que quiere parecer algo superior de lo que es”.

A tres décadas de su “Diccionario de lugares comunes”, Piña lanza “Diccionario del siútico” (Lolita Editores, 2017), una recopilación alfabética de frases de diarios, webs institucionales o medios de Internet. Todas con su definición y malos usos.

Muchas de esas fueron descubiertas junto a su suegro, el fallecido escritor Guillermo Blanco (1926-2010), a quien está dedicado el libro y que alcanzó a leer una primera versión. “Aunque no le gustaba mucho el fútbol, muchas veces vimos juntos partidos, sobre todo finales o alguno del Mundial, para reírnos un poco de los términos de los periodistas deportivos, de sus inventos a veces ingeniosos. Hay que recordar que términos como «drástico de negro» para referirse al árbitro o «tres tubos» para hablar del arco estaban de moda hace muchos años”.

Todos somos siúticos

-Según el prólogo de Roberto Merino, estas siutiquerías son un problema “no sólo psicológico y social, sino también periodístico”.

-Como dice él, los medios usan y abusan de estos términos, contaminando el lenguaje común de la gente, al punto de que es normal escuchar frases como “aparentemente esta noche va a precipitar” por el simple “parece que va a llover”.

-¿Pero qué tiene de malo ser siútico?

-No tiene nada de malo ni es censurable: este libro no enjuicia a quienes hablan así o usan esos términos, sino que se remite a hacer un registro con una clara intención humorística. Es la anotación de un atento oyente que da cuenta de lo que a su juicio constituye un lenguaje siútico, sin pretender, tampoco, colocarse por sobre el nivel de quienes así se expresan.

-Cuando eras editor (en Editorial Los Andes), ¿experimentaste este tipo de siutiquerías?

-Lo que más me impresionaba en los textos que recibía, sobre todo de jóvenes escritores, no era la calidad literaria, sino el progresivo desconocimiento de la redacción misma, la cantidad de errores ortográficos y la ignorancia de ciertas normas básicas de escritura. Creo que en eso nos hemos empobrecido.

-Ahora está de moda agregarle una @ o una X para evitar términos patriarcales.

¿Pero cómo se prenuncia entonces una palabra como “nosotrxs”? ¿ Nosotres ? ¿ Nostrus ? Si lo escrito no puede pronunciarse, estamos en problemas… Si en cualquier parte tú no escribes “a las ciudadanas y ciudadanos”, sino que simplemente a “los ciudadanos”, eres considerado machista, retrógrado, discriminador, alguien que está invisibilizando a la mujer.

-¿Cuál es tu siutiquería favorita, la imperdonable y que te genera ternura?

-“La dictadura de los espacios restringidos” para el área chica de la cancha. “Interrogatorio intensificado” para las torturas. Y “tránsito lento” para la estitiquez.

-¿Detectas tics siúticos en nuestros candidatos presidenciales?

-No me he fijado particularmente en ese aspecto en los políticos, sino en otro, y que tiene que ver con mi primer libro. Ya se ve que mientras más lugares comunes acumulas, más posibilidades tienes de conseguir adhesión. “Mi proyecto es hacer de Chile una gran nación”, dicen. Claro, obvio. ¿Quién diría “Mi proyecto es hundir este país hasta hacerlo desaparecer?”.

-Pensemos en el discurso de los candidatos o en Bachelet diciendo “podría ser peor”. ¿Estamos ante un caso de siutiquería?

-Son cosas totalmente distintas: pienso que los políticos están más en los lugares comunes, como una forma de buscar consensos, que en el rebuscamiento o la cursilería, que es más característico de la siutiquería lingüística.


Exceso de sinónimos

El problema Sampaoli

Entre las citas que abren las 172 páginas con siutiquerías destaca una del ex editor de APSI Andrés Braithwaite diciendo que prefiere que se repita siete veces la palabra poeta antes que “vate”.

Y ésa es una de las claves ocultas de la siutiquería en el lenguaje nacional para el autor.

“Hay una cosa que me llama la atención, y es el abuso de los sinónimos. Como cuando a Sampaoli, para no repetirse ponían el ”

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