A 80 años de Tala, la experta lanza Somos los andinos que fuimos, un estudio que muestra cómo la poeta definió y unificó la identidad chilena, peruana y ecuatoriana en torno a la violencia, el sufrimiento, el racismo, madres solteras y los niños.
Por J.C. Ramírez Figueroa (14 de mayo 2015, La Segunda)
Gabriela Mistral se veía a sí misma como un fantasma que recorría las zonas aledañas a los Andes. Desde que en 1932 como primera cónsul chilena recorrió Italia, España, Guatemala, Puerto Rico y Portugal, el choque con la realidad chilena le reforzó esa percepción. En el poema homónimo incluido hace 80 años en “Tala”, describe su regreso espectral a un país que no la reconoce. “Aquí estoy si acaso me ven / y lo mismo si no me vieran / queriendo que abra aquel umbral / y me conozca aquella puerta”. En el póstumo “Poema de Chile” (1967) escribe: “Ja, ja, ja. Yo soy un fantasma, /pero cuando era una viva, /nunca me tuve la suerte/de ser de rutas oída”.
Esas imágenes obsesionaban a la doctora en Literatura y académica UC Magda Sepúlveda. Y después de una década de investigación planteó una tesis poco advertida: Gabriela diseña una conciencia andina usando discursos y saberes de esta zona geográfica. Y sus versos son auténticos espectros que nos recuerdan de dónde venimos.
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