En junio lanza Vida viuda, sus memorias. Y aunque ni se acordaba de estos textos, escribe todos los días, encerrado frente al Forestal y reflexiona sobre Dios, la memoria, el inconsciente y la tontera.
Por Juan Carlos Ramírez F. (25 de mayo 2018, La Segunda)
“No me diga usted que me queda mucha vida por delante. Eso es casi una maldición”, espeta Armando Uribe (84) en la penumbra de su habitación, acostado en su cama de una plaza y con las cortinas bajas.
Lo acompañan varios anaqueles con cientos de libros cuyos lomos están dados vueltas (no se pueden leer los títulos). Frente suyo hay una silla, un retrato suyo y un crucifijo.
Tiene el teléfono descolgado la mayor parte del tiempo y pasa sus días en cama. “Estoy esperando la muerte. Pero la muerte no llega y sigo acá esperando. Que no es lo mismo a seguir esperando y que no llegue. Ja. Estoy aburrido. ¡Ya está bueno ya!”.
Si quieres acceder al texto completo, puedes revisar mi perfil de Academia.edu o escribirme directamente a jcramirezfigueroa [arroba] gmail.com