Miguel Farías y El Cristo del Elqui: “Quise construir el sonido de la pampa” (31 de mayo de 2018, La Segunda)

Inspirada en relatos de Hernán Rivera Letelier, es la primera ópera nacional que se estrena en la temporada oficial del Teatro Municipal después de 45 años.
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Por Juan Carlos Ramírez F. (31 de mayo de 2018, La Segunda)

Miguel Farías (34) se pasea tranquilo por el Teatro Municipal. Nada de nervios ni ansiedades, a pesar de ser el principal responsable de la primera ópera chilena en programarse en temporada oficial en 45 años. Se trata de “El Cristo de Elqui”, ópera basada en dos novelas de Hernán Rivera Letelier, cuyo estreno será el sábado 9 de junio.

La pieza -de cuatro escenas más un prólogo- se inspira en el mundo nortino de Hernán Rivera Letelier e incluye coro, orquesta sinfónica, 14 cantantes solistas y la actuación de Francisco Melo. Fue compuesta durante tres años. Es en este proceso que Farías le encargó a Alberto Mayol, sociólogo y ex candidato presidencial, la adaptación de dos novelas de Rivera Letelier: “La Reina Isabel cantaba rancheras” (1994) y “El Arte de la Resurrección” (2010) para así obtener el libreto.

La idea le surgió a Farías tras leer esta última obra, que relata el auge, las aventuras y la caída de dos personajes: una prostituta y un hombre convencido de ser hijo de Dios. “Hernán tiene una forma de narrar que musicalmente es perfecta. Va creando capas complejas en cada frase. El lector no se da cuenta de cómo las lleva todas a caballo: superpone adjetivos que crecen mientras sus párrafos avanzan”, explica Farías, quien incluso recorrió el norte buscando ideas.

-¿Podrías dar ejemplos de esta musicalidad novelada?

-Hacia el final de este libro, el Cristo de Elqui resucita a la gallina Sinforosa. Este acto vuelve extremadamente musical el final. Es una estética débil que hace desaparecer la locura del Mesías. Ya no están sus frases tipo “me duele el Universo” que le daban movimiento al relato. Ahora son hechos fantásticos que funcionan como pequeños clímax musicales. Exactamente lo que ocurre en una sonata que reexpone los temas del principio hacia el final, pero con modificaciones, lo que equilibra todo.

El encargo vino del mismo director del Municipal, Frédéric Chambert, que buscaba renovar la oferta de la institución. Será el primer estreno nacional en temporada oficial desde “El ardid de amor”, de Roberto Puelma, en 1972. “Viento blanco” (2008) de Sebastián Errázuriz debutó en el marco de los 150 años del Municipal y “Fulgor y Muerte de Joaquín Murieta”(1998) fue una reposición de 1967.

Entre Eötvös y Boulez

Farías es un compositor fogueado. Nacido en Venezuela e hijo de padres exiliados, estudió música en la U. de Chile y un posgrado en la Haute École de Musique de Genève, Suiza. En 2009 se radicaría en Francia sin ningún plan hasta que descubrió que podía ganar concursos. “Vi una entrevista a Roberto Bolaño donde decía que logró sobrevivir ganando concursos. Hice lo mismo con la composición y aprendí cómo ganarlos.¡Aunque son mis obras más malas!”.

Terminó entrevistado el entre 2011 y 2013 frente a Pierre Boulez (1925-2016) en el Festival de Lucerna. “Él seleccionaba cuatro compositores jóvenes cada dos años para hablar de su trabajo, hacer encargos e insertarlos en el medio internacional. A mí, Boulez no me genera un gran interés, pero nadie me avisó que estaba Peter Eötvös, que era de verdad uno de mis referentes. Terminé hablando más con él que con Boulez. Por eso supongo que no me dieron el encargo”, relata.

Finalmente, le llegó su primer trabajo de la fundación francesa Nadia et Lili Boulanger para hacer una ópera. Él propuso “Renca, París y Liendres” que se estrenaría en 2012 en el Teatro de Carabineros. La pieza, de corrosivo humor y comentario social, situada en los cerros de Renca, lo hizo ganar el Altazor y el Premio del Círculo de Críticos de Arte.

Este 2018 fue nombrado profesor de planta en la Facultad de Música de la UC y al mismo tiempo es candidato a doctor en Estudios Latinoamericanos en la U. de Chile con una tesis sobre ópera en Latinoamérica. Farías también domina la guitarra eléctrica, bautizó a la banda de cumbia Tomo como Rey y tocó con ellos.

Aporte a discusión internacional artística

“El Cristo de Elqui” ya tuvo un pequeño preestreno el jueves pasado en el Municipal. En rigor, Farías y Mayol adelantaron la temática de la obra en una conferencia abierta. Algunos asistentes aún dudaban sobre la validez de este paisaje de pampas y profetas para una ópera.

Farias lo entiende: “Me interesa instalar un mundo local en una tradición universal, tanto sonoro como discursivo. ¿Por qué no vemos “Carmen” o “Aida” como una obra local? Me interesa que algo que sentimos propio, y que afuera pueda parecer un exotismo, se transforme en un aporte a la discusión internacional artística”, explica el compositor. “Musicalmente quise construir un mundo sonoro desconocido: el sonido de la pampa”.

-¿Y cómo suena la pampa?

-Inmensa. Pero debe sonar “no sonando”. La inmensidad en la pampa es finita. Como un gran cajón que tiene límites-montaña. Y eso suena. Es un mundo que se construye a través del espacio virtual que crea el sonido. Para eso trabajé técnicas de exploración de resonancias artificiales en la orquestación. En la introducción e interludios de la ópera grafico cómo debiera sonar una pampa, este cajón inmenso que habla, que silba. Pero progresivamente instalo la idea de la visita al sonido de las oficinas salitreras.

Agrega: “En mi obra, la oficina salitrera suena y habla. En estas oficinas, además, los prostíbulos sonaban. Las radios sonaban. Desde el inicio, y debe ser mi influencia de ese surrealismo en los relatos de Raúl Ruiz, me interesó que se entendiera que la pampa está viva, que ella es un ser. Y eso es lo que oirán”.

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