
Por estos días el académico de la USACH publicó “Lugares espectrales”, un recorrido por los lugares donde se torturó y se hizo desaparecer en una Dictadura que, advierte, está lejos de acabarse. “Lo que está haciendo carabineros hoy es lo que hacía durante la dictadura e incluso antes de ella”, dice a The Clinic.
Por J.C. Ramírez Figueroa
José Santos Herceg es un académico que acostumbra a ponerse ropa deportiva y salir a trotar casi todos los días. “Me preparo cuando llegue el apocalipsis”, le decía a su familia, amigos y a quien quiera escucharlo, “Imagínense que es el 10 de septiembre de 1973 y alguien le dijera que ocurriría un Golpe con muertos, exilio y desaparecidos y que había que estar preparado incluso físicamente, les agregaba antes de salir de la casa. Cuando Piñera decretó estado de emergencia, hace ya tres meses, sus hijos le dijeron: “Papá, tenías razón”. Lo cuenta apenas sonriendo, bien consciente de lo terrible que puede llegar a ser una anécdota.

Acaba de publicar Lugares Espectrales. Una topología testimonial de la prisión política en Chile (Colección IDEA/USACH, 2019), un recorrido fantasmal —a través del relato de las víctimas— por los lugares donde se detuvo, interrogó, torturó, asesinó y se hizo desaparecer personas durante la Dictadura de Pinochet. Si el Informe Valech I (2004) señala que fueron 1.132, se ha ido incrementando y muy posiblemente, señala el libro, “nunca se logre dar cuenta de la magnitud de lo acontecido”. Son lugares desmantelados, destruidos de raíz o convertidos en otras edificaciones. “Esto demuestra que la Dictadura y sus mecanismos nunca desaparecieron, sino que continúan, a pesar del discurso de olvidar el pasado y mirar hacia adelante”, dice Santos pensando en casos emblemáticos del presente estallido social como el Metro Baquedano o el Mall de Quilicura que, a pesar de las denuncias de ser posibles centros de torturas, inmediatamente fueron intervenidos o quemados en extrañas circunstancias.
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