En la capital chilena, que superó los mil muertos por covid-19, y ante una crisis económica que ya motivó protestas y ollas comunes, el discurso triunfante del gobierno choca con una realidad que sólo es reflejada saliendo a la calle o a través de las redes sociales.

Por J.C. Ramírez Figueroa desde Santiago de Chile.
A diferencia de las postales de Madrid, Ciudad de México o Roma completamente vacías debido a la cuarentena total, en la Santiago de Chile aún es extremadamente difícil encontrar una imagen parecida. La norma recién fue decretada por el gobierno de Sebastián Piñera el viernes 15 de mayo para la totalidad de la Región Metropolitana. En marzo, cuando se desató la crisis sanitaria, comenzaron a experimentar con cuarentenas parciales, que se iban “moviendo” hacia las comunas que registraban mayores tasas de contagios. La información, manejada en estricto secreto fue filtrada, al menos en parte, por el medio independiente Interferencia, generando indignación no sólo en el gobierno sino también en influencers de redes sociales que aseguraban que tener un mapa de la covid-19 podía alentar a las personas a atacar a quienes residían en esas zonas, a pesar de que el medio explicó que había movido varios metros los puntos rojos que indicaban una alta tasa de contagios.