Fueron 33 chicos muertos en la dictadura y uno fue secuestrado y dado en adopción a padres argentinos vinculados a Videla. “No hay un parque donde recordarlos, ni un memorial, nada”, señala la autora María José Ferrada.

Por J.C. Ramírez Figueroa
Treinta y dos niños, entre un mes y trece años fueron ejecutados por la dictadura de Pinochet. Uno continúa siendo detenido desaparecido. Y otro, Pablo Athanasius, fue parte de esta terrible lista hasta 2013, cuando las Abuelas de la Plaza de Mayo lo contactaron y aceptó hacerse el examen inmunogenético que demostró ser el hijo de los chilenos desaparecidos Frida Lashan y Miguel Athanasiu, estudiantes pertenecientes al Movimiento de Izquierda Revolucionaria (MIR) que se exiliaron en Buenos Aires en 1974. Nacido dos años después, fue secuestrado junto a sus padres cuando tenía apenas seis meses por agentes de la dictadura argentina y dados en adopción ilegal por una pareja vinculada al régimen de Videla. A él justamente, el nieto 109, fallecido en 2015, está dedicado el libro Niños de María José Ferrada e ilustrado por María Elena Vásquez.