La socióloga Patricia Espejo por primera vez expone sus memorias del período. Dolorosas, críticas del contexto y absolutamente leales al histórico presidente que hace 50 años asumió el poder, el texto es un documento sobre un hombre que sigue siendo un modelo de liderazgo.
Por J.C. Ramírez Figueroa
En noviembre de 1970, Salvador Allende asumió como presidente en Chile iniciando la llamada “vía chilena al socialismo” o una revolución democrática “con empanada y vino tinto”. Fue interrumpida tres años después con un golpe militar teledirigido desde Estados Unidos por el gobierno de Richard Nixon, como recientes documentos desclasificados confirman una vez más. Días antes del comienzo de esta etapa, la socióloga Patricia Espejo Brain recibió una llamada de Beatriz “Tati” Allende, médica e hija del presidente para que se integrara el gobierno como secretaria. Juntas trabajaban en la cátedra de salud pública de la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, en el Hospital del Tórax. Sin más ceremonia, llegó a La Moneda junto a Blanca Mediano, también socióloga, para formar parte de la Secretaría Privada. Lo primero que hizo fue comenzar a llamar a los sindicatos y movimientos de mujeres para invitarlos a la primera cena que el presidente ofrecería celebrando la llegada al gobierno.