Por J.C. Ramírez Figueroa
Los periodistas de rock tienen la costumbre de saludar cada nuevo disco de músicos mayores de cincuenta como “el mejor de su carrera desde hace veinte años”. En lugar de entrar en detalles sobre estructuras, timbres o letrística, lo que siempre se destaca es que aún estén vivos. McCartney, Rolling Stones, David Bowie, Lou Reed e incluso Bob Dylan sufren de esta indiferencia activa. Cientos de carillas recordándonos el legado, y muy a la pasada, mencionando alguna canción del nuevo opus. Hasta que varios años después saquen otro álbum y vuelve a pasar lo mismo.
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