Por J.C. Ramírez Figueroa (29 de febrero 2016, La Segunda)
Para el sociólogo Alberto Mayol un cortometraje animado sobre el exilio chileno revela, sobre todo, lo escondido que tenemos este tema.
“Le dimos legitimidad recién cuando fue nominada”, opina. “Lo llamativo es que no hemos procesado ni trabajado esta problemática. El exilio se ha quedado fuera del repertorio que incluye a los detenidos desaparecidos o las torturas. No hemos dimensionado lo que significa la experiencia del exilio y la pérdida”.
Mayol indica que aunque “Historia de un oso” no es explícita en señalar la dictadura, se potencia con las declaraciones del director al hablar sobre su abuelo. “Ahí se revela el componente político: la pérdida de vínculos provocada por decisiones arbitrarias del poder”.
-¿Le hemos hecho el quite al tema?
-Sí y es por cómo se ha desarrollado la transición. La idea es guardar todo debajo de la alfombra. No es casual que sea obra de un muchacho de 30 años que no conoció en persona la experiencia dictatorial, pero que el relato de su abuelo le llama la atención. En cambio, la generación anterior no ha dicho nada. O le da un uso político y dicen: “Yo estuve exiliado y por tanto me merezco estas cosas”.
-O también odian al que desmitifica la experiencia como Ruiz en “Diálogo de exiliados” (1975).
-Sí. Los mismos exiliados, contradictoriamente, miran en menos lo vivido y hablan de “Beca Pinochet”. Aunque sea una broma, revela una operación mental para minusvalorar lo vivido.
Otra cosa que le llama la atención a Mayol es cómo la estatuilla se ha visto como un triunfo de las políticas culturales. “Veo al ministro de Cultura celebrar. Pero, ¿de qué institucionalidad estamos hablando, cuando en el mejor de los casos te conseguiste un 20% de financiamiento para cubrir los gastos? Pero no sólo es la plata. No nos creamos el cuento de que el tema está resuelto
-¿Cuánto de exitismo hay en la reacción del país por este Oscar?
– Hay una hipertrofia del éxito. Me parece formidable la obra y que haya triunfado con una estética distinta, melancólica y reposada. Pero siento que nos estamos subiendo al carro de la victoria. Hay que felicitar al equipo y aprender de cómo lograron todo esto. Centrarnos en la preparación, la disciplina y la cultura. Y para hacer esa lectura se requiere calma y tiempo. Aprender de ellos es leer el triunfo como corresponde. Está bien lo emocional, pero debemos trabajar en lo que significa este Oscar.
Antonio Skármeta:
“Las nuevas generaciones hacen brotar poesía desde la memoria”
Uno de los artistas chilenos más activos en la diáspora fue Antonio Skármeta. Junto a Ruiz y Ariel Dorfman se involucraron activamente en el cine y la literatura para denunciar los efectos del exilio.
“Es lindo saber que en nuestro país aterrizó un contundente oso, con memoria y ternura, casi al mismo tiempo que se perdían en el espacio sideral decenas de gaviotas”, dice. Pero lo que más le gustó al escritor es que el realizador se lo dedicó al abuelo.
“Esto comprueba que Chile es un país alerta y que las nuevas generaciones ejercen con propiedad la memoria y hacen brotar de ella poesía. En verdad, el desarraigo no termina cuando el mal que lo origina desaparece, sino que deja secuelas con tramos de tristeza y melancolía. Me refiero a padres que no viven en el mismo país que sus hijos y, claro, ahora que ha pasado el tiempo, no ven crecer a sus nietos y bisnietos. Creo que hay miles de chilenos que viven el cisma familiar de la distancia”.