«Si un hombre mata a una mujer, tanto en 1916 como en hoy, su masculinidad sigue intacta»

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La elogiada autora nacional vive actualmente en Londres y prepara una investigación sobre cuatro casos emblemáticos -y aterradores- que hablan más de las miserias del país que de los propios asesinatos. 

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Por Juan Carlos Ramírez F.

Aunque vive Londres, la escritora Alia Trabucco (33) está mentalmente en las zonas más sangrientas de Santiago con «Fuera de la ley», su nuevo libro de no ficción, sucesor de la elogiada novela «La resta» (2014) y que actualmente está en preparación para publicarse el próximo año.

Dice que ocurre un «desliz auditivo» cuando le preguntan de qué se trata y ella responde que es «sobre mujeres asesinas». «Las personas escuchaban los interlocutores entienden «mujeres asesinadas»». Un detalle que para la hija del cineasta Sergio Trabucco y la periodista Faride Zerán muestra como la posibilidad que las mujeres puedan ser las victimarias era «inconcebible» mentalmente.

Las protagonistas son Corina Rojas, dueña de casa que en 1916 contrató a un sicario para asesinar a su marido (fue la primera mujer condenada a muerte, aunque fue indultada); Rosa Faúndez, suplementera que descuartizó a su marido en 1923; María Carolina Geel, escritora que en 1955 mató a tiros a su ex pareja en el Hotel Crillón (de esto salió el libro «Cárcel de Mujeres») y María Teresa Alfaro, empleada doméstica que entre 1960 y 1963 asesinó con mamaderas envenenadas a los tres hijos de sus patrones.

Fascinación y repudio

«El libro profundiza en esa zona: en la fascinación y repudio que genera la violencia femenina en una sociedad habituada a ver a las mujeres como víctimas».

Sin embargo, la autora aclara desde ya: «No se trata de negar que las mujeres son víctimas de violencia sistemática. Es crucial visibilizar y castigar la violencia machista, pero este libro trata sobre casos excepcionales donde las mujeres no sólo transgredieron las leyes penales, sino también las leyes de su género».

-¿Cómo llegaste a esa selección de mujeres asesinas? ¿Qué elementos tenían en común?

-Ellas cometieron crímenes emblemáticos. Asesinatos que no sólo estuvieron en las portadas de los diarios, sino también fueron retomados por el arte y la literatura. Todas mataron, todas fueron sancionadas y su castigo no sólo provino de los jueces: también los medios, el arte y la literatura las castigaron. Lo que me interesa con este libro es pensar esos casos radicales y difíciles.

El juicio de los medios

Las historias que desarrolla Trabucco son rabiosamente actuales. Basta pensar en el vía crucis de Nabila Rifo.

«En casos de violencia contra las mujeres ha ocurrido más de una vez lo que pasó con Nabila: se culpabiliza a las mujeres de la violencia contra ellas. Pensemos, de hecho, en el propio lenguaje: se habla de «violencia contra la mujer» en una oración que borra al responsable de esa violencia. En la violencia cometida por mujeres, en cambio, la prensa tiende al sensacionalismo: brujas, celosas, femme fatale, machas, Quintralas, Medeas».

-Impresiona cómo los medios hablaban de la «naturaleza ardiente e impulsiva» de Corina.

-A ella, como mujer, le correspondía ser madre, dueña de casa y ser fiel a su marido. Esas eran las leyes de su género. Y una por una las transgrede. Lo interesante es que después de ser condenada a muerte, los propios medios que la habían vilipendiado pidieron su indulto. Transformaron su perfil: de ser una mujer diabólica, con una sexualidad desbocada, pasó a ser descrita como una loca enceguecida por el amor que, como Madame Bovary, leía demasiadas novelas románticas y no supo distinguir realidad de fantasía. Después de la condena hubo un intento por devolverla al lugar de lo supuestamente femenino: la locura y el amor, y sólo entonces la indultaron. Era más peligroso que ella quedara en el lugar de la transgresión.

-Un hombre envuelto en la misma historia no habría terminado así.

-Ni siquiera hubiese empezado de este modo. Un hombre en 1916 no necesitaba matar a su esposa para tener amantes. El propio código penal no sancionaba su adulterio y sí el de la mujer. Por otro lado, si un hombre mata a una mujer, tanto en 1916 como en hoy, su masculinidad sigue intacta. Un hombre que mata transgrede la ley penal, pero no las leyes de su género.

Un caso aterrador

-El caso de Teresa culta otros dolores que, aunque no justifican sus crímenes, permiten entender la situación.

-Su crimen generó una suerte de represión colectiva. Alfaro era una empleada puertas adentro en una familia tipo: marido, esposa, hijos y perro. Y su rol estaba claro: debía suspender su propia vida para el desarrollo del proyecto de esa familia feliz. Cuando asesina a los tres hijos, ella sabotea ese proyecto. Mata la idea de familia, y la sociedad no supo lidiar con eso. Fue un caso aterrador para el Chile de los años sesenta. Se le bautizó como niñera diabólica y eso fue todo.

-Pero no se asumió el escenario desigual en el que estaba.

-Calificar su situación suponía tomar en serio su rabia, evaluar su trabajo puertas adentro como una forma moderna de esclavitud y, por lo tanto, considerar seriamente su resentimiento. Su crimen cuestionó toda una estructura de clase y tal vez por eso es el único caso que generó silencio y estupefacción.

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